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Mostrando entradas de julio 25, 2019

La Corrida.

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Nos sentamos en una mesa no muy alejada de la de ustedes, yo frente a ti.  Nuestras miradas se cruzan repetidamente con ardor. Estoy deseando follarte y supongo que tú también a mí. En un momento te levantas y te diriges al baño. Voy tras de ti. Te cojo de la mano y te meto en una cabina. Te empujo contra la pared y te beso locamente. Correspondes a mis besos . Mi mano se aventura bajo tu falda, toco tu ropa interior totalmente mojada y la arranco a girones. Has sacado mi sexo del pantalón, enhiesta y te embisto contra la pared. Entro sin resistencia en el tuyo, húmeda, mojada. Me encanta como la aprisionas con las paredes de tu sexo. Entro en ti hasta arrancarte el placer que se escapa por tu boca a gemidos.  -Quiero que te corras dentro de mí – susurras al oído.  Juan De Marco

El deseo

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Sientes como nazco entre tus manos, como un artesano modelando arcilla, contemplas tu obra terminada. Me dejas caer en el abismo. Caricias, suaves e intensas, el jabón y el agua que cae sobre mi.Quieres tenerme en tu boca. Te arrodillas en la bañera. Tus labios me besan ardorosamente. No puedo pensar en otra cosa, tu lengua en gula sobre mi sexo, me sostienes. Consigues volverme loco. Sentirme en tu boca, que dirijas mi placer. En este momento te pertenezco totalmente. Me engulles, me acaricias con tus labios, me desarmas en tus manos, me desarmo cayendo al vacío, al abismo, hasta deshacerme en tu boca, desapareciendo entre tus dedos... te deseo.  Juan De Marco. A gloria.

Un Instante .. una vida

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Nuestros rostros quedaron a la misma altura, su lengua buscó la mía hasta encontrarla, a la vez que movía sus caderas rozándose contra mí. Cogió mi cabeza con fuerza pegando su frente a la mía, sentía su aliento en la cara y sus primeros gemidos cuando comenzó a salir para volver a caer sobre mí, iniciando así un lento sube y baja con su cuerpo sobre el mío. Nuestra conversación se entrecortaba con jadeos, ella seguía dejando entrar y salir mi sexo lentamente, disfrutando el momento. Nuestras frentes seguían pegadas, su respiración y sus palabras en mi oído me derretían.  El sudor lo mojaba todo, comenzó un juego en que aflojaba y presionaba a su antojo. Mi lengua recorrió cada milímetro de su rugosa piel, sus senos estaban duros y firmes, lo que facilitaba mis pequeños mordiscos que hacían que se estremeciese. Un gemido salió de su garganta, aferrándose con sus manos en la silla, se arqueo hacia atrás, moviéndose, haciendo que mi sexo saliera fuera del suyo.... se dejó caer su