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Mostrando entradas de 2022

Miel Blanca.

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Delicado juego amoroso, delicado beso, fruta suave de jugoso brio, incinerado en mi boca ardiente, madura y suelta tus jugos en mi garganta delirante. Guardo en la memoria de mis dedos, la tersura de su vientre, la profundidad onda de su ombligo, la sombra de su vello, monte de corales derramandome el brillo de dorada flor relajada, indolente detrás de sus torbellinos, orgasmo infinito de néctar derramado. Yo, consumido por sus ardorosa pasión, por la sinuosidad de sus senos voluptuosos; Desboco en la luna nueva de sus nalgas llenas, su cuerpo reducido a polvo impalpable de miel tibia, a espasmos de estrellas por boca provocado, por pulverizado temblor por deleite sometida. Corre miel blanca por su pimienta negra, semilla y vaina. melosa planta de leche, corteza mojada, agua de luz, hilo rojo, union perfecta. Alma llama que guarda la savia, mi energía de vida en ti traspasada. Juan de Marco. https://youtu.be/vBfHVdSehjg?t=54 ...el  deseo se hacer asi, a emi luz,y siguiendo la brutalida

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Solo era una copa de vino...                            Gustab  

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Me acuerdo que ya era de noche; Habías venido a buscarme después de que habíamos terminado. Cuando quisiste hablar, puse un dedo en tus labios,    deslicé mi mano a tu entrepierna, hasta vencer con los dedos  tu humedad que podía oler;  Tu sexo soltaba esa fragancia que ya conocía.  Entré al auto  y recliné  la butaca. Me acuerdo que mis dedos abrieron tu entrepierna, mientras abría mi pantalón; me escabullí empujando tus caderas, mientras jadeabas y gemías. No necesitábamos hablar,  sólo juntar nuestras ganas... El mundo desapareció olvidándonos donde estábamos, y entre orgasmos, embestidas y jadeos, exorcizamos nuestros miedos, hasta corrernos juntos, no había tiempo ni espacio para las explicaciones.  Me acuerdo que bajé del auto y te dije: -Vuelve cuando estés preparada.- y cerré las puertas de mi casa, viendo como echabas a andar el auto y desaparecer.... Juan de Marco. para "Artesanos de la palabra."

"Mujer vinosa, mujer lujuriosa"... Mujeres. (Convocatoria 10 de Noviembre de Campirela)

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Campirela , nos invita a inspirarnos en una canción o en el titulo de una canción, para que a partir de esta escribamos un relato, pero resultó un elemento inspirador más que una canción.  Dicen que la mujer es como el vino, y no va en la edad, sino en el placer que producen a los sentidos y la manera de disfrutarlas. Mujeres, ¿Qué hubiera escrito Neruda, qué habría pintado Picasso?, Si no existieran musas como ustedes, mujeres. Si bien hay vinos malos y buenos, sacando el carácter de la canasta, podemos disfrutar de su existencia a través de los sentidos. Es por esto que he escogido la canción "Mujeres" de Ricardo Arjona para representar el significado de ellas para los hombres. Creo que esta canción encierra todo lo que un hombre ama de una mujer, y nada mejor para conocerlas, que a través de los sentidos, incluso el séptimo , que es al que menos le hacemos caso. La clave está en la miel que puede derramar una mujer y como es percibido por nuestros sentidos. Quién  sabe de

¡¿Allô...?! (A partir de la novena semana con Sindel Avefenix)

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A partir de esa sensualidad que nos habita y un corto llamado telefónico, volvimos a sentir esa chispa que a veces se apaga con lo cotidiano y monótono de la vida; Ese diario vivir que sucunbe a las llamas del aburrimiento. -Allô Me aceptó, que sin querer, empezó a sentir que la excitación iba en aumento mientras yo le musitaba bajo y profundo, todas las zafiedades que se me ocurrían;  Conscientemente, empezó a imaginar lo que hacía, mientras me oía por el auricular, y empezó a hacer lo que le pedía: -Moja tu dedo en tu boca e imagina que es mi sexo... Recuerda el sabor y como pulsa al excitarse-. Obedeció, sintiendo el sabor del sexo en su boca y lo que producía el pulso cuando lo atrapaba entre sus labios. Empezó a introducir y sacar los dedos  excitada. Sentía que su sexo palpitaba abajo, y se iba mojando, mientras imaginaba mi cuerpo desnudo al otro lado del teléfono. No aguantó más y sus dedos bajaron por su cuerpo; Una mano se quedó prendida en sus senos jugueteando con la coron

Soledad

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Hoy los pinceles permanecen secos, sin vida, entre sus hilos se esconden azules permanentes y ocres cansados, no logran suavizar sus crines, la pintura se reparte en grumos de verdes azulados... amarillos tristes que no dejan de buscar su color. Secos, están secos, la trementina no logra suavizar sus cerdas. La paleta de colores empastada, luce oscura, no distingo los colores, me pesa el alma entre morados, entre rojos coloniales y oscuros negros funebres. Mis manos duelen, sienten como los clavos perforan un reumatismo incansable, los tubos lloran colores aceitosos que no logran aderirse firme a la tela. Mmmmm, las pastilla es cada vez más amarga, no distingo los colores, las malditas pastillas los hacen borrosos a mis ojos... son pinceles cansados, las paletas viejas y los oleos secos. Los rostros son agrietados en mis pinturas, aunque trato de suavizarlos con el plomo de sus componentes. La gente ríe al verlos, los retratos lucen cansados, sus ojos tristes y gruesos por la pintura s

Caprichosa Dulzura. (semana 38 con Sindel.)

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"Extingue tu alma, trata de encontrar placeres en todo aquello que alarma tu corazón: no bien alcanzada, la perfección de ese estoicismo, sentirás nacer, a partir de esa apatía, una multitud de placeres nuevos, mucho más deliciosos que los que crees encontrar en la fuente de tu funesta sensibilidad…" SangGu, dormía profundamente sin emitir ni un sonido, con su respiración acompasada. Sus pechos caían hacia delante, después oscilaban y se movían alternativamente, primero hacia un lado y luego hacia el contrario, en completo equilibrio, determinados por un punto fijo, como un eje perfecto. Mis dedos tiemblan ante ellas rozando su alma, mientras ella pulsa excitada. Pellizco sus pezones suavemente retorciéndolos entre mis dedos; Ella gime casi dormida, sus pezones son como una bombilla en el microcosmos. Su cuerpo golpea mi iracundo y pesado sexo cuando se estira, buscando un ligero roce que me endurece; Por delante, aparece una clara ventana al cielo en la abertura del pan

Capriccio 24. (Un jueves, relato)

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Una ligera corriente de aire traía un fuerte olor a madera asomagada y magnesio que se mezclaba con el del salon y el salitre del mar que venia de afuera, una extraña mezcla de aromas que hizo que me olvidase del trabajo y síguese el sonido de un destemplado violín siguiendo el corredor. Los brazos en la silueta de Juliette se abrieron. Al hacerlo, mis ojos recorrían la forma perfecta de su espalda, su blusa traslúcida de sensualidad desnuda, se escondía hasta caer en sus nalgas. Se podía ver perfectamente la forma de sus senos, una caída sensual curvada que terminaban en dos endurecido pezones con formas de fresas, que al poco tiempo, la sombra de los dedos envolvió por completo. La imagen del violín completaba la escena oscura al trasluz de la ventana. Al mover el arco, sus formas libres rebotaban en el aire despejando una imagen mágica y erótica. Lo invisible me excitaba. Las cosas que no se ven, se intuyen, pueden ser eternas como aquellas curvas femeninas de luz y penumbra. Una br

El noveno mandamiento.

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Entró, echó el pestillo compulsivamente tirándose en la cama, y sin dejar de jadear, abrió sus piernas tirando de la ropa interior, para liberar su sexo que goteaba en deseo... yo estaba ahí para verla, en silencio. Sus dedos se  deslizaron por su vientre buscando entre los labios hinchados la campanilla trémula, que se disparaba desnuda, ya alcanzada por sus dedos.  Apago la luz, se metió en la cama y se arropo bajo las mantas.  Respiro hondo, cerrando los ojos y la fantasía de un cuerpo se deslizó sobre ella. La boca la besa, los dientes la muerden, las manos la acarician guiada por las suyas, por encima de su piel; Una acaricia los senos endurecidos por la excitación, la otra bucea por debajo de las bragas, entre sus piernas que se humedecen, y se abren.  Sus dedos juegan con el vello ensortijado, separan los labios, pulsando el botón de la flor que se inflama rojo rubí, penetrando en su interior cálido que palpita, que los acoge, mientras se mueven despacio, demorándose en cada pli

Obscena y lasciva.

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La deseo, su cuerpo ambrosía vacía, la noche se hizo larga, follamos hasta el amanecer. Su olor esta en mi nariz, mi boca es el recipiente donde vuelca toda el deseo acumulada dentro... Sabe a sexo, a fuego, a cenizas... Nuestros zumos revueltos con el sabor del otro. Ahora es agua, caudal de vertiente que lava todo. Sus manos tiemblan, mientras mis rodillas me obligan a caer a sus pies, su boca, mi condena. Nuestra piel se eriza sólo rozarnos en la estrecho caldero del deseo, entrando y saliendo, temíamos contagiarnos en un infierno. Bastaba un roce y se nos detenía el corazón, pero nuestras manos no podían dejar de tocarse, un espacio de piel entre ambos cuerpos calcinándose por dentro. Excitados, deseando desnudarnos y follar hasta que se evaporaran nuestras vidas y ardiéramos como dos fénix, despertando de las esquivas cenizas.. La lujuria se apoderó de nuestra piel. jugué con ella mientras sus ojos fijos me observaban. Lasciva era su mirada, obscena su boca, saliva escapando entre

Eva

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“Algunas personas quieren que algo ocurra, otras sueñan con qué pasará, otras hacen que suceda.” Michel Jordan. Desnuda, ausente, sumergida en sus recuerdos, su vientre se recogía ante la insistencia infinita de su mano, sometida al orgasmo. Era muy fácil adivinar por donde corría la historia que dibujaba entre sus vellos encrespados que adornaban el dorado pubis abierto a sus pensamientos.  Al sentir como Eva se derramaba entre gemidos apretados, al ver brotar el oro liquido de su interior, no pude detener mis instintos, y sin que ella notara mi presencia, me clave entre sus muslos, bebiendo todo lo que de ella salía, gozando cada instante de su interminable agonía, la que explotaba ante mis arremetidas mis labios no dejaron escapara ni una gota de vida y ahí, tendida, no dejaba de agradecer mi instinto salvaje que terminaba por saciar hasta su más intimo y escondido deseo. Rodrigo Fuster

El Tranvía. (Para artesanos de la palabra)

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"A una mujer le interesa saber despertar el deseo del hombre, pero la horroriza, que se conozca esta capacidad suya."                              El oficio de vivir. (1952) Cesare Pavese. Hoy se cruzó una de estas damas en mi camino, mayor, tan mayor como seductora.Las delgadas telas de su vestido me animaron como en esos tiempos. Al subir al tranvía, la vi en el vagón. Tan señora y compuesta como su figura. Me acerqué para mirarla de cerca, su delgada blusa oscura delataba la piel desnuda al otro lado de las costuras. Mis ojos en el escote de su vestido, sus senos y esos pezones que acusaban su excitación por la mirada, me animaron a explorar esta teoría. A cada frenada del carro, sus senos temblaban, pero no perdían su hidalga y exquisita figura. Era tan embriagadora esa imagen, que no tardé en caer en trance. Su cuerpo se fue acercando al mío produciendo sudores en mis manos, hasta que estuvo a mi alcance.  Dejé que estas cayeran hacia abajo quedando cerca de sus nalgas 

Éxtasis ( Semana con Sindel).

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El sudor lo mojaba todo, comenzó un juego que aflojaba y presionaba su deseo a mi antojo. Mi mano recorrió cada milímetro de su rugosa piel entre jugos emergentes del profundo hueco nacarado. Sus senos estaban duros, sus pezones emergían como grandes aceitunas de olivante color , lo que facilitaba pequeños mordiscos que hacían que se estremeciese. Bajé para devorarla desde sus entrañas, un gemido salió crujiendo de su garganta, aferrándose con sus manos a mi cabeza, que buscaba arrancarle el sabor del fruto partido y mojado frente a mis ojos. Abrió sus piernas a horcajadas dejándose devorar posando su febril sexo sobre mi boca, se arqueo hacia atrás, soltando su cabeza al vacío, haciendo que la lengua entrará salvaje en ella, mientras yo la sujetaba de las nalgas para que no cayera, hasta derramarse, llenando de sabores y fragancias mis sentidos. . Rodrigo Fúster

Cotidiano

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"Nada estaba completo hasta que separaba sus piernas, apretando delicadamente con sus muslos mi rostro. Como una flor abierta, posaba su sexo sobre mi boca, mis manos se agarraban firmes a sus nalgas y bebían el más exquisito de los sabores, sin dejar ninguna posibilidad de liberarme...  Era mi esclava, era su esclavo y ambos solíamos hacer el amor cada mañana...." Don Juan de Marco,

Una vez en el Caribe.

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Su piel es hermosa, cristalinamente oscura, donde los sudores tienen un bello brillo natural, y su sexo es tan rojo, como un atardecer de invierno. Su interior, un manantial de fragancias y sabores caribeños, que al parecer, lo encuentras sólo en estas mujeres, que de pequeñas, son alimentadas de dulces guayabas y frutos tropicales.  Sus nalgas, de joven textura, son firmes, pero tan suaves como la textura del mango. Su sexo, inigualable, cubierto de néctar empalagoso, atosigador, agradable y suave al paladar. Sus senos tan erguidos y frutosos, firmes como la lima, que al igual que esta fruta, dejan brotar casquillos llenos de esencia cristalina y fugaz, que se reflejan, como transparentes gotas al apretar y beber de ellos. Así es mabel. Su piel dorada por el sol, sus largas pestañas rizadas negras y su tono a madera en el serpenteante vientre que juega con cada caricia. Calidez en todo su cuerpo, su pasión caribeña, me hace sólo desear poseerla deteniendo el tiempo y cerrar los espaci

Vereda. (relato juevero de Moly)

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Mientras caminaba por el oscuro sendero de una vereda sin tiempo, sin luz, en una vieja caseta de bus, a lo lejos una mujer miraba insistentemente a un árbol que se mecía con el viento. Un aire rodeo cálido mi rostro al acercarme. Dejaba volar mi imaginación mientras le miraba, podía sentir sus manos que firmes me agarraban con fuerza y me encontré en esa caseta abandonada en medio del parque con una desconocida, no tenía escapatoria, pero tampoco tenía intención de marcharme.  Mi imaginación me congelaba en ese lugar mientras la veía con la vista fija en la luna. Me acerqué a ella, comenzó a acariciar sus piernas, mientras las miraba apasionadamente. Ya a su lado y casi sin ver ni sentir, sus manos se acercaron a la hebilla de mi pantalón, me desvistieron despacio, quedándome quieto a sus caprichos. A ambos nos brillaba la mirada. Jugueteó con sus manos, haciendo que me excitase. Entre sus dedos fui cediendo suavemente. Comenzó a saborear mi sexo y siguió deslizando su mano por él,

Cabalga-me.

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  La cabeza entre sus muslos y mi lengua apasionadamente jugando con su vulva, enredándose mi lengua entre sus vellos, intensificaban su excitación demorando el instante en el que alcanzaría su delicado punto de ebullición. Sin dejar lugar a réplica, se giró y comenzó a cabalgarme. Se rozaba enérgicamente, hasta el punto de lastimar mi pubis con el suyo. Nadie me había explicado que el sexo con una mujer, pudiera ser tan doloroso. Pero no me quejaba. Ver cómo perdía el control sobre mí, compensaba aquella molestia y oír sus intensos gemidos mientras alcanzaba el orgasmo, hacía que todo dolor desapareciera, todo era sexualmente más gratificante que muchas otras experiencias, hasta caer rendida a mi lado aún temblando. Juan de Marco

Fusión

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La piel inflamada por los flujos de sangre, hacían de la cópula una unión celestial, más estrecha y satisfactoriamente exquisita. Sus labios sexuales, envolvían mi sexo como prensas de energía que fluían, para hacer de ellas, un ballet de gemidos y murmullos desatados. Alcanzamos el éxtasis entre vaivenes, mientras las carnes se comprimían entre sudores y jadeos... de ahí, el silencio cómplice de los amantes, quienes descansaban con sus cuerpos enredados entre sabanas y empapadas de los aromas propios de dos cuerpos a placer, donde detrás de cada beso impregnaban los sabores del otro, devolviendo en fusión los propios...  Y así el silencio de las calles afuera, fue desapareciendo..mientras los cuerpos aún se contraían buscando calmar un corazón acelerado, para quedar tirados sin emitir sonido alguno. Juan De Marco.

Velas

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Entonces me dejé caer en su lecho, y ella como serpiente se fue enredando en mi, deslizando su ardiente cuerpo sobre mi piel... como si estuviera bañada en aceites. Mientras ella se deslizaba sobre mi, mis manos acariciaban sus tibias nalgas y mi nariz, aprovechaba sus fragancias... ese particular olor formado por deseo y sudor. hasta que por fin nuestras bocas se acomodaron para beber de cuerpos, gozar del sexo del otro, y compactarse en exquisito vaivén.... los gemidos de ambos, acallaron las olas e hicieron desaparecer el mar. Eramos sólo nosotros, bebiendo de nuestros sexos, temblando como niños, no nos conocíamos, pero sabíamos exactamente que hacer. Cada movimiento, cada caricia, cada beso,caían justo donde tenían que caer. Y luego como si fuéramos velas encendidas, nos fuimos mezclando entre aromas y sabores hasta desaparecer en el vacío.  Juan de Marco

Sometido.

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Sientes como nace entre tus manos, como una artesana modelando barro y contemplas tu obra terminada. Me vuelven loco tus caricias, suaves e intensas, debido al jabón y al agua que cae sobre mi. Quieres tenerme en tu boca, hacerme tuyo. Te arrodillas en la bañera y me posees, tus labios me besan ardorosamente. No puedo pensar en otra cosa que en tu lengua sobre mi sexo. Consigues volverme loco, dirijes mi placer. Te pertenezco. Lo engulles con tus labios, me siento desarmado, a tu antojo, en tus manos y te deseo. Juan de Marco .

Entre Jadeos

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Nuestros rostros quedaron a la misma altura, su boca buscó la mía hasta encontrarla, a la vez, movía sus caderas aferrándose contra mí. Cogió mi cabeza con fuerza pegando su frente a la mía, sentía su aliento en la cara y sus primeros gemidos, cuando comenzó a salir para volver a caer sobre mí, iniciando así un lento masaje, su cuerpo sobre el mío. Nuestra conversación se cortaba con jadeos, ella seguía dejando entrar y salir mi sexo lentamente, disfrutando el momento. Nuestras frentes seguían pegadas, su respiración y sus palabras en mi oído me derretían. El sudor lo mojaba todo, comenzó un juego que aflojaba y presionaba a su antojo. Mi mano recorrió cada milímetro de su rugosa piel, sus senos estaban duros y firmes, lo que facilitaba pequeños mordiscos que hacían que se estremeciese. Un gemido salió de su garganta, aferrándose con sus manos en la silla, se arqueo hacia atrás, haciendo que mi sexo saliera fuera del suyo.... se dejó caer suavemente nuevamente sobre él.  La atraje haci

Clemencia.

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Pedías clemencia enredada entre las colchas, suplicabas que mi boca te dejara, pero aún no era el momento. Erguido busque entre tus piernas hundiéndome hasta cortar el aire en tu garganta. Vino el silencio, tirabas de las sábanas queriendo agarrar la última bocanada , tu boca apretó los labios entre los dientes , y el gemido liberó el último grito que quedaba, tu cuerpo rebotaba sobre el colchón...mis gemidos anunciaron la explosiva saga de orgasmos , hasta caer rendido sobre tu vientre, y sin dejar de refregarte a mis caderas, fuimos cayendo en el abismo , hundidos por la distancia que nuestras mentes creaban en un singular viaje independiente al paraíso. Juan de Marco.

Ansiedad.

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Sus ojos entre cerrados, dejaban que sus pupilas titilaran a cada roce de mis dedos. Enredados entre sus vellos, aparecía el zumo del placer que sus piernas apretadas escondían, un pequeño brillo en la entrepierna que me anunciaba la espera. Desnuda en la cama y ansiosa... Los pezones se levantaban al susurro de mi aliento, a mis labios golosos de probarla. Gira, dejándome ver las suaves nalgas marcadas por los dobleces de las sábanas, y un olor aún más dulce que los otros. Me dejé envolver por su desnudéz y gocé cada instante de vigilia, cada gota que brotaba de su piel... sus senos dejaban escapar transparentes gotas de luz, sus muslo liberaban el aceite del deseo, y sus nalgas el brote de sudor. Me desnude acostándome a su lado, y dejé que su sueño me rozara la piel, hasta que sus piernas se enredaron con las mías... de ahí todo fue consecuencia de una noche de sueños. Don Juan de Marco.