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Mostrando entradas de octubre 7, 2016

Extraños...

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Me miraba con unos ojos asustados he inquietos... mis pasos lentos sólo resaltaban bajo mi pantalón un alborotado sexo...hasta que posó  sus manos con impecable destreza y con un ligero apretón, susurró palabras de agradecimiento a quien me había traído hasta ella. Abrió lentamente la cremallera, y sacándolo de entre las telas, sus dedos lo recorrieron suavemente, como dibujándolo en su memoria... me acerque aún más a ella, y la dejé acariciar todo, sus manos eran verdaderos pinceles recorriendo mi sexo  erecto  frente a sus ojos. Mis rodillas se doblaban, tras cada roce de su boca, y mi corazón se apretaba dentro asfixiando mis pensamientos... Entonces me dejé caer en su lecho, Ella como serpiente se fue enredando en mi, deslizando su ardiente cuerpo sobre mi piel... como si estuviera bañada en aceites. Mientras ella se deslizaba, mis manos acariciaban sus tibias nalgas y mi nariz, aprovechaba sus fragancias... ese particular olor formado por deseo y sudor. hasta que por fin nue

De niña a mujer.

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...Abrió sus piernas, dejando resbalar la punta de su lengua, entre las carnes agitadas, recorriendo, desde la base de la húmeda caverna del amor, entre las carnes trémulas, hasta la rozada y suave cabecilla que era ahorcada por labios llenos de deseo, creando convulsiones en el vientre de la primeriza, haciendo temblar el frenillo en delicioso compás. Mientras por la comisura de los labios corría lascíba y cálida, la sed de conocer la vid del deseo que generaba el fuego interior.  La lengua , volvía a bajar por el mismo sendero... encendiéndola cada vez más y haciendo desaparecer a la niña. Su sexo se iba dilatando, dejando chorrear el viscoso deseo. Las manos no tocaban ni un pelo del cuerpo, sin embargo, su lengua la hacía fallecer entre súplicas pidiendo de una vez, ser poseída, y volvía hasta el clítoris de la princesa, para golpetear en apasionados compases la carne débil que emergía entre sus pliegues, dejando caer la cálida saliva en la encendida y rozada cabecilla, tornan

Betsabe, la flor gitana.

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"Betsabe, más decidida que nunca, abría sus piernas para exhibir sus muslos que iban a terminar en su rosado sexo, sus manos acariciaban su propia piel y sin despegar sus ojos de Marco, subía cuidadosamente sus faldas para dejarse ver. Sus labios vaginales brillaban al sol, donde cada rayo se reflejaba sobre la humedad que escapaba entre sus piernas. Las abría y cerraba, mientras su vientre temblaba, para expulsar su dulzona fragancia, revoloteaban inquietas cuando sus dedos apenas se acercaban. Marco alzó su vista, el cuerpo de la gitana se estremeció, y sin control empezó a temblar desde su interior. Sin hacer mueca visible, fijó la vista en la piel de cobalto que mostraba Betsabe entregada al roce de sus dedos. Marco, apretando sus dientes y mordiendo sus labios, se acercó a las piernas de la gitana, y sin decir nada, las separó con sus fuertes manos, dejando que su rostro se hundiera entre los muslos de aquella excitada ilusionista llena de deseo, para dejar que sus mejil