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Mostrando entradas de julio, 2016

Orquídea Roja

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Al rojo carmesí que envuelve mi vida, a aquellos senderos donde busco y me pierdo, que tantas veces he recorrido y profanado.....  de donde bebo día a día, de sus empalagosos manjares, donde aquellos cabellos de ángel me acarician y humedecen los  labios,  donde pierden el rumbo, donde pierden cordura, donde la locura no tiene fondo....  A la vulva estancia húmeda que regurgita  a  manantiales, al recinto que me atrapa, a  la locura insomne de mis placeres y deseos... donde nacen los gemidos  y rompe en olas el candente vientre, dónde tiembla la pequeña lengua que atrapo entre mis labios, donde se agita el alma y duerme un orgasmo. A  los jadeos infinitos que provoco, a la morada que habito para mantener mi fuego encendido...  Mi placer culpable... Al tesoro que esconde los secretos más íntimos de la orquídea que cultivo, rescato y mojo. Al camino a la perdición y los placeres más antiguos. Déjame beber,  déjame encontrar el cáliz, déjame descubrir todos los

El despertar, después de romper el pacto....

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" ... Creí que me sentirías apenas tocara tu piel... me acerqué sin hacer ruido y destape tu cuerpo corriendo las suaves sábanas que te cobijaban... al verte desnuda y observar tu sexo, note que tus labios permanecían pegados... estaban arrugados por la calidez de la noche... .parecían muertos. Entonces mis dedos formaron cual artesano la forma de tus senos. Apenas rozaba sobre tu piel...corrí tus piernas para abrirlas y acaricie con mi lengua la difunta piel... gemiste adormilada...y repetiste ...buenos días, ¿no fue un sueño verdad? ... y los suspiros fueron llenando el silencio de la tibia habitación.. hasta que por fin se abrieron cual cálida rosa por el sol acariciada...la humedad brotó  de dentro separando la piel... y la fragancia de la noche en tu sexo, perfumo mi despertar, se convirtió en almizcle... suspirabas mientras mi labios satisfacían todos tus deseos y mis manos acariciaban tus senos, despertando los pezones dormidos endureciendo su deseo... y de flor

La piedra de Jade

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Acaricié sensualmente su cuerpo, apenas rozando su piel, poco a poco conecté con su erotismo. Baje a sus senos con ligera delicadeza, circularmente y con distintas presiones, despertando su energía sexual que florecía entre sus piernas, en su sexo, y lo podía sentir por el movimiento ondeante de su vientre, sus susurrantes gemidos, y el silbido casi imperceptible de sus labios. Mis manos bajaron por su vientre , mientras mis dedos danzantes jugaban con la sensualidad suave de los oleajes de su vientre, hasta llegar a sus suaves labios vaginales tibios, húmedos y abiertos. Gire suavemente   acariciando en círculos la sensualidad suave del botón de seda. En mis manos estaba el Huevo de Jade, de un profundo verde, tan suavemente pulido, que cualquier gota que lo mojara, bajaría sin apenas percibirlo. Coloque la base más ancha del huevo delicadamente sobre su sexo, y tras ligeras contracciones, fueron cediendo mientras lo hundía, finalmente se perdió entre sus carnes, a la ve

Lirio Negro

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Su rostro se suavizó. El odio aún era patente en sus ojos, pero el resto de su cara formó una sonrisa destinada a seducirme. Subió su falda y una de sus piernas sobre el sofá dejándome ver la humedad en su ropa interior. Comenzó a acariciarse el tobillo mientras me miraba. Mi orden había sido muy clara. Tenía que excitarme hasta romper la indiferencia con la que siempre la había mirado, y así lo estaba haciendo, a pesar del odio que sentía por mí en aquellos momentos y que su rostro ya no podía reflejar, porque su prioridad era la seducción y él único camino para que alguna vez existiera algo entre nosotros. Siguió acariciándose el tobillo un instante mientras mis ojos se fijaban en los suyos sin siquiera pestañear, tan fríos como para conseguir llevarla hasta el fondo de sus posibilidades. Después, subió las caricias hacia la pantorrilla. Era firme y bien torneada. Pero la frialdad de mi mirada le ordenaba que debía ir más allá, hasta que al fin alcanzó sus muslos abriendo suavemen

Simplemente Amapola.

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Entre las sabanas revueltas, noche a noche, construía sueños que humedecían sus muslos, sus dedos descendían mágicamente llevados danzando entre ilusiones creadas a través del inconsciente, siempre se detenían en el mismo lugar y no terminaban de danzar hasta que despuntaba el día y era despertada por el canto de las aves y los tímidos y tibios rayos de sol que se colaban entre las telas de sus delgadas cortinas. El vaho de la ventana reflejaba el calor que emergía de su carne, y los dedos impregnados de delicadas fragancias , acusaban que sus sueños no eran esencialmente amorosos, si no,  sexualmente vivos.  La piel aún estaba tibia y suave, su ropa interior mojada. Las delicadas campanillas de sus senos se mantenían erguidas acariciadas por imágenes, que seguramente , se agolpaban en su mente  antes y durante el sueño. Su corazón parecía agitado, pero tranquilo, sus labios, arrugados... y entre sus pliegues la espuma acusaba todos sus deseos apagados por la danza de sus dedos.