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Mostrando las entradas etiquetadas como literatura erótica para mujeres

Pilar y los visillos azules de Juan...

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En esos días de pandemia y encierro que vivimos alguna vez, se me ha venido a la memoria la siguiente historia que les voy a contar. En esos pueblos del sur, donde la cal cubre los muros, de calles estrechas y poca distancia entre las casas, detrás de los visillos azules, vivía yo. Dieciséis años entonces,  me lo pasaba encerrado entre los muros fisgoneando y buscando siempre tranquilizar las hormonas. Los visillos permanecían cerrados para esconder mi maldad. Día a día me asomaba al sentir el ruido que hacían los colgaderos  entre las casas, en esos donde las mujeres colgaban sus ropas para que se secaran al sol. Ellas cantaban y despertaban los mullidos sueños de los mozuelos que, en esa batalla hormonal, se perdían azotando sus cabezas contra las almohadas. Sus cuerpos eran sensuales y generosos en su forma, acogedoras para el amor. Pilar, era uno de esos cuerpos. Y cada vez que asomaba por la ventana, yo , tras los visillos azules, la observaba. Solía vestir en enaguas

...Toda ella, todo yo...

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"Desatada de locura, dejó que la penetrara lentamente, mientras me deslizaba entre sus nalgas , podía tocar sus gemidos y oler el perfume que liberaba su sexo... quería derramar en ella todo, quería desaparecer entre sus piernas y tomarla como nunca le habían poseído. Sus nalgas se apretaban tras cada embestida...empuje con tanta fuerza que sus carnes se rindieron y me enterré en ella hasta topar  fondo...toda ella, todo yo... había quebrado sus caderas llenándola de gozo...era todo lo que ella deseaba y yo estaba ahí para complacerla...  toda su esencia había sido mía, nada le iba a ser olvidar ese instante en que entregó todo su cuerpo al salvaje amante que se le había cruzado en el camino... se derramó por dentro dejando escapar gemidos de placer y jadear hasta el orgasmo. El sol cubrió el cielo, mientras la luna satisfecha se perdía en el horizonte...." Don Juan De Marco. 

Humedad en su vientre.

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Ella olía a cipreses , a helechos, a humedad... su cuerpo sudaba fresco. Podía sentir su fragancia mustia, como si ,el moho el paisaje se apoderara de ella, cuando me envolvía con sus brazos... Entonces, parecía poseer toda esa fragancia que se siente al sur del mundo, perdido en la patagonia, donde la Lenga y la tierra siempre permanece mojada, donde las maderas se asomagaban descomponiéndose entre las hojas eternas y acumuladas.  Sin embargo, al acariciar su cuerpo, deslizándome por su piel, esa humedad se volvía tibia y fuerte. Ella sudaba deseo, sus piernas me ataban a sus caderas y el olor de sus piernas abiertas, me indicaba la huella que debían dejar mis besos. Su humedad lo mojaba todo, nada obligaba ni pedía, su cuerpo se dejaba amar sin condiciones, entonces apretaba sus muslos y me encadenaba a su sexo. Sus lagrimas de deseo, que aparecían de lo más profundo de la cavidad de su sexo, me encarcelaba entre las sabanas, mientras sus gemidos y jadeos se ahogaban en su ga

Mary de Venus

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...y frente a ella, tan llena de contradicciones y recetas para huir de mi, me acerqué mirándola a los ojos, puse mi dedo para hacerla callar entre sus labios y baje lentamente el dedo por el cuello buscando la profundidad de su escote. Ella trataba de seguirlo con su vista, pero al entrar en su escote, elevo su mirada a las alturas dejándose llevar por el momento... sus defensas estaban quebradas, subí por los tirantes de su vestido, y con un ligero movimiento, deslice la tela por sus hombros hasta ver caer el vestido frente a mis ojos. Sus senos estaban indefensos, y una lagrima de sudor corría desbocada hasta caer por su escote, hasta perderse libremente entre sus senos.  Mi mano no tardo en bajar deslizándose por su piel hasta medir la copa de sus pechos, mientras ella cerraba los ojos para dejar desnudo e indefenso su cuello para que bajara con mis besos. La atraje hacia mi, y tomándola de las caderas, ayudándome con mis dedos que engarzaban su sexo , juntamos el salvaje juego

Esencia de "Seductor".

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El hombre de esta historia podría ser uno de los tantos a los que todos conocemos en su arquetipo de “Don Juan”, pero no, soy Juan De Marco y se lo que quieren y lo que quiero. Favorecido por la madre naturaleza, dotado de una demoníaca pasión, capaz de cautivar con una sola mirada a la más indómita criatura humana. Conocedor de esos poderes , juego con la destreza de un alquimista a enamorar sus almas. Cuanto más se resisten, más las asedio, siempre con respeto, pero con un dejo de perversión… Esas, que se muestran ingenuas y tiernas, como el capullo de una flor a punto de abrirse al suspiro del sol…, esas me despiertan mi más profundo instinto de cazador, su lascivia y el ardiente deseo de poseerlas mucho antes que alguien pudiera posar sobre ellas la mirada. Sin abandonar mi seductora sonrisa que no conoce las barreras, asumo un rol de truhan y recibo con agrado los honores de sentirme el mejor. No desconozco las reglas que se necesitan para construir una leyenda , sólo r

La mañana del Hostal.

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Empecé a andar por los pasillos de la vieja hostería, las antiguas baldosas de la terraza roja y blanca, reflejaban el sol de oriente que rebotaba sobre ellas, desgastadas, recuperaban el brillo a esa hora de la mañana.  Al pasar cerca de la cocina, la chica del aseo recogía las toallas del tendedero para cambiar las de las habitaciones antes del aseo, como todos los días; Al empinarse para alcanzarlas, su delantal se levantaba hasta mostrar los relucientes muslos torneados, como si fueran lustrosas columnas de mármol, hasta la curvatura de las nalgas con delicadas lineas marcadas por las estrías.  La miré lujurioso y descaradamente, mientras ella se empinaba  aún más, para dejarme ver la linea de su ropa interior que las apretaban haciéndolas aún más deseables. Entendió mi mirada porque no me había alejado ni 15 pasos, cuando de reojo, le vi que venía tras de mí.  Mi dormitorio estaba en el segundo piso, me detuve, pero ella esquivando el inminente diálogo, se apuro para alc

Simbiosis y paradigmas.

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Es tarde y no puedo dormir, mi corazón bombea excitado. Tu duermes semi desnuda entre las sábanas y la fragancia sale de tu cuerpo , el sudor, baña tu piel, excita mi cuerpo. Das vueltas en la cama, haciendo caer los senos de un lado a otro, como si estuvieran danzando para seducirme, tu cuerpo parece intranquilo, tu piel roza mis dedos y no puedo dejar de desearte cuando estás así. Tu vientre respira intranquilo, ´deslizo mis dedos suavemente por tu piel, la tibieza y el sudor que siento resbalar por tu cuerpo me obliga a acercarme para tocarte apenas con mis labios y recoger las gotas que corren por tu vientre con mi boca. Te beso y no dejo de pensar en ese sabor que tantas veces he probado mientras duermes. Tu olor ahoga mi deseo por poseer cada rincón de tu cuerpo. Te beso y descubro la suavidad que tanto me estremece. Te deseo, y dejo que mis dedos me ayuden a despejar esa sensación que te intranquiliza, y aunque pareces no percibirlo conscientemente, cuando mis dedos entr

Mis juegos con Elena, (una vez cuando niños).

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Cuando su cuerpo salió del agua, las telas de sus bragas se habían adherido a su sexo llano. Mi ojos no querían alejarse de esa hermosa visión... sus brazos se cruzaban cubriendo sus nacientes pechos, y dos casquillos empezaban a brotar. El frío le hizo pedir que le abrazara, sin lugar a dudas, lo más exquisito que había he hecho en mi vida. Y nos fuimos recuperando del frío, a la espera de que nuestra ropa interior se secara, con el poco sol que iba quedando. Sus dedos empezaron a juguetear con su sexo, y sus piernas se fueron abriendo al baile de sus dedos, yo estaba extasiado. Su rostro, no se, si se desfiguraba o tomaba la forma más exquisita que había visto. Ese Brillo en sus ojos, y la delicadeza con que lo tocaba, cada movimiento parecía suceder en otra dimensión. Sus dientes se dibujaban apretando sus labios y su rostro se fue languideciendo de a poco, sus ojos se cerraban a cada caricia que ella le daba a su sexo. Sus pequeños pezones se disparaban y sus pechos se redo

El Castigo y el perdón...

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Dejé que mis dedos se deslizaran sobre su sexo abriendo las carnes enojadas, sentí como sus armas se rendían, y volteaba para que mis dedos gozaran de su piel, hasta que sintió los dedos dentro, y un gemido marcaba su rendición... pero su soberbia merecía un castigo... y antes de encender un orgasmo entre sus piernas, subí delicadamente por su vientre, mientras dejaba que su sexo se enfriara para atacar a sus senos descuidados y duros, y manipulando los pezones  como perillas, hice que su agonía fuera aún más larga, para volver a bajar por su vientre acariciando cada espacio de su piel... la rabia la consumía, porque era tan débil. Ella quería que todo fuera más rápido para explotar y voltear hasta el otro día y no hablarme por un largo tiempo. Tenía rabia, pero esos dedos la derretían...y su ofuscación se transformó en jadeos... La luz permanecía apagada, eso ayudaba a que su excitación no se notara, escondiendo su delirio... Quiso por un instante voltear para seguir con el

La viuda.

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"...Mis manos separaron las telas del escote, para liberar sus senos llenos de deseo, y beber de ellos cada gota que emergía aprisionada por el tiempo, su cuello entregado a la caricia de mi barba des afeitada, fue convirtiendo la piel mustia en arroyo vivo, y el sudor volvió a aparecer en su cuerpo. Esos labios que sólo sabían de llanto, volvieron a descubrir los gemidos... y esa nariz siempre mojada, se secó para volver a sentir la fragancia y el sudor vivo de una nueva piel.  Sus ojos cristalinos volvieron a tomar vida, y ya no se cerraban sólo para dormir la tristeza, sino que para dejar que las sensaciones le ahogaran cada lágrima y convertirlas en luces que se iban prendiendo en su interior, volviendo a chispear alegremente en el globo de sus ojos. Fue así como su cuerpo volvió a sentir el deseo, hasta que sintió que la daga le separaba la piel para volver a sentirla viva dentro de sí, fue cortando los hilos de su tristeza para transformar sus murallas secas en

La espera...

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Me aferré a tus nalgas, mientras tus dedos, lo acomodaban entre los muslos, duro y desafiante... no decías nada... Mi sexo buscó entre tus labios vaginales, sin entrar, sólo resbalando entre tus carnes, dibujando cual pincel, lo resbaladizo de tu sexo, el que acoplado a mis deseos, resbaló por la vertical mojada hasta rozar el fruto almendrado que guardabas dentro, que ya se disparaba endurecido por las caricias... El vaivén de mis caderas acompañaba las delicias del  deleite que sentías.  Untado en tus fluidos, fue mojándose entre tus piernas apretadas, bañando de  húmedad tu piel mojada.  La sensación exquisita que sentía, luego de la larga espera, hacía que lo resbaladizo del sendero, endureciera e hiciera palpitar mi cabeza  que fue llenándose de sangre para satisfacer el deseo que te consumía ... El baile frenético de mi cuerpo fue anunciando en húmedos fluidos, el fin de unos meses sin tocarnos. Tus nalgas se pegaron a ese ritmo de locura y frenesí, levantando tu pierna sob

Al amanecer...

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"...Cuando sentí que su boca se abrió reclamando placer y sus piernas chorreaban, la di vuelta hacia el espejo y entré lentamente entre sus carnes, sacando lágrimas de sus ojos envueltos en rubor , y la embestí profundamente... mientras ella miraba en el espejo su rostro desfigurado de deseo ... arremetí contra ella hasta arrancar una seguidilla de orgasmos a cada embestida... finalmente mi cuerpo soltó todo el ardor que ella había acumulado en mi cuerpo durante la noche... ambos terminamos de rodillas en el suelo, tratando de recuperar el aliento, mientras, unas seguidilla de gemidos y jadeos se sucedían unos a otros..." Juan De Marco

A la luz de la ventana.

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" Su cuerpo esta agitado, su deseo no la deja respirar y la levanto apoyándola en la ventana, entro suave entre sus piernas... gime y susurra delicias entre jadeos ahogados, entonces, su vientre tiembla... una y otra vez... su excitación no se deja esperar, y mis entradas hacen que su cuerpo reaccione... salgo y meto mi boca entre sus piernas, succiono suavemente su piel... explota... y su cuerpo se entrega a las delicias sin oponer resistencia... los orgasmos se suceden uno a uno, y antes de que su cuerpo se reponga vuelvo a entrar en ella con un sexo erguido... y profundamente me apodero de ella... sus nalgas se aprietan a la ventana... y sus senos golpetean mi boca... sorbo las gotas que corren mientras su cuerpo empaña el vidrio... hasta que su cuerpo resbala y cae al suelo extenuado... mis ojos no dejan de mirar el mar y su boca vuelve a cogerlo... lame suavemente sintiendo su olor y gusto en su rostro... es su olor, es su gusto mezclado con el mio... vuelvo a derramarme

Amanteseres...

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Sus bragas delatan , el encaje negro se despide de su cuerpo y recorre sus piernas llegando a sus tobillos, sus piernas se doblan y con las manos se quita la prenda completa, se levanta y recorre desnuda la habitación, sus nalgas tiemblan a cada paso, camina hacia mí y abriendo las piernas, se sienta a horcajadas , puedo sentir su aliento dulce y cálido bajando por mi cuello, me abraza, y baila sobre las telas delgadas de mi pantalón, dibujando con su sexo el mío, como si dos engranajes ensamblaran delicadamente. Mi erección siente su cuerpo y despide unas gotas, ella me recorre con la mano sobre las telas, cada detalle de mi Verga, despega las braguetas, y mete sus bragas para seducirme sin clemencia, sus manos entran delicadamente con ellas y tantean el flujo que que cae sutilmente, dibujando con sus dedos su erecta figura.  Se levanta y vuelve nuevamente a la cama, desordena las sabanas enredándolas entre sus piernas, su sexo puede verse desnudo y abierto por fugaces momentos,

La maestra de francés... (a Pilar)

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Cuando se acerco a mi, sentí que mis piernas temblaban. Sus manos acariciaron mi cara con suavidad, sentía como limpiaba mis deseos al roce de sus dedos, largos y suaves. Me tomó de la mano llevándome a su habitación. Al desnudarme lo hizo con ternura y cariño, dejando deslizar la ropa sobre mi cuerpo. Sus manos tibias recorrían mi cuerpo, sus dedos iban dejando la huella sobre mi piel, mis vellos se erizaban al roce. Mi sexo se erguía como un bastión, sus labios recorrían mis pechos con dulces besos mientras sus manos iban descubriendo mi cuerpo. Al quedar desnudo, sus labios fueron surcando el camino al deseo, cada pliegue de piel se abría al depurado rozar de la suya contra la mía. Hilos de saliva iban marcando cuidadosamente su recorrido, como telarañas transparentes, se tejían, queriendo atrapar mi sexo en una cárcel de seda.  Palpitante mi verga se contraía a sus caricias, sin ella haberla tocado, como una rama azotada suavemente por un riachuelo. buscando ser acariciado po

Blasfemia.

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Su pasión por cristo lo traía a la vida para convertirlo en carne, beber del sudor de su cuerpo. Los labios de la monja circundaron los pezones del Cristo. La religiosa extasiada por la aparición demostraba su adoración bajando con su boca por el cuerpo que no dejaba de temblar entre sus dedos, hasta colgarse del genero que cubría el sexo sagrado de aquella imagen, que tantas veces había imaginado en sus sueños. El vientre de Cristo entumecido por los labios de la monja se convertía en agua, mientras su sexo erecto se dejaba ver sin pudor en gloria y majestad. La monja temblando entre sus dudas, lo rodeó con sus dedos para sostener el sagrado miembro del que nunca se había hablado, y menos , alguna vez blasfemado. Tirando de la delicada piel que le cubría, lo besó con pasión y deseo, mientras que de los labios del Cristo hecho carne, se escapaban delicados gemidos. Con ternura y amor, casi mágicamente, los dedos de la monja liberaron, clavo a clavo, las manos y pies del Cristo, que

El último Deseo.

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Las piernas separadas de Andrea, clamaban mojadas . El ying y el yang en perfecta armonía, buscaban sus sexos, ambos estaban bebiendo la energía del otro mientras sus cuerpos se dejaban beber mutuamente. Los que se convertían en lágrimas de deseo al engullirse. Ella, al deslizar sus labios por el duro miembro erguido por las venas llenas de sangre, él, entregado a los de ella, que engullía como una fruta jugosamente abierta por sus caricias y el juego de sus labios.  Cada embestida de su boca, iban doblando las rodillas de Marco , quién la sujetaba en andas sobre sus hombros, hasta que por fin liberaron todas sus bendiciones en la boca de Andrea, la que al sentir el caliente zumo que escapaba y la enmudecía, caía extasiada sobre el frío suelo de roca, dejando abiertas sus piernas para ofrecer su cálido interior santificado por las promesas de fidelidad y sacrificio. Al despertar del éxtasis, sintió como el sexo duro de Marco le poseía. Angustiada por el deseo que sentía, dejó que

La ducha.

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Ella, tiró de la sabana, para dejarme desnudo y expuesto. Miró fijamente mi sexo en erección, se agachó para alcanzar mis labios, mientras mis manos daban exquisitos masajes en sus senos,  rozando sus pezones con delicadeza. Pero no quería detenerme ahí, y la tomé con fuerza tirándola encima de mí, procurando que su sexo quedara en contacto con el mío, y mis manos pudieran disfrutar de sus nalgas redondas y tiernas, las que apretaba con suavidad procurando que sintiera mis manos sin dañar su piel. La tendí sobre el colchón, y entre con mi rostro entre sus piernas apenas rozando su sexo húmedo, estaba mojada, extasiada por mi ímpetu y deseo… hasta que alcancé su clítoris, el que se fue hinchando entre golpeteo y chasquido de mi lengua, le vi crecer, le sentí mojarse, sentí como su sexo se convertía en charco, empujaba para que yo pudiera profundizar en su interior. Su fragancia era intensa y su sabor empalagoso… denso.. pero tan suave como jamás le habría podido adivinar. Su vientr

Taurus y Arkantis

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La tendí delicadamente sobre la cama, y mis manos recorrieron su cuerpo llegando a sus pechos. Los presioné con fuerza espculpiéndolos con mis dedos, hasta terminar con un ligero pellizco en sus pezones. Me alejé de ella para desnudarme y asegurándome, que sus ojos, en un acto vouyerista, no se perdiera detalle. En la cama una vez desnudo, tomé las caderas de Arkantis para traerla hacia mi, y abriendo sus piernas e introduciendo las mías entre sus muslos, dejé caer mi sexo sobre el suyo. Comenzó a sentir como entraba dentro de su cuerpo y salia de ella mientras presionaba con fuerza sus senos. Arkantis, no soportaba las ganas de gemir y de gritar.... Doblé mi espalda hasta alcanzar su cuello y la besé apasionadamente hasta alcanzar con mis labios sus pezones, los que rozaba con mi lengua, hasta que mis dientes empezaron a morder, mientras la penetraba. Su deseo cada vez era mayor, jadeaba con fuerza y contenía el aire en cada embestida mientras la devoraba, y anunciándome su orgasm

Shang Yue...La perla

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Las manos de ambos no permanecían sordas; parecía que ambos sabían que el tiempo apremiaba y no querían perderle. De un giro brusco, la puse de espalda y hacia la pared, subí el kimono empinando sus nalgas y bajé para lamerle el sexo donde el néctar, fluía entre sus piernas marcando las telas de la delicada prenda de seda que le protegía. Mis manos, empujaron entre sus piernas, para acariciar por encima de las bragas mojadas. Ella , jadeaba y gemía complacida... extasiada. Bajé mientras sus piernas temblaban y ella ayudándome a quitarlas, movía las piernas para facilitarme las cosas. Las bajé hasta sus rodillas, para emerger entre sus piernas y comerle el bulbo abierto introduciendo mi lengua a pulsos. Húmeda, emanaba fluidos desde el centro de su alma, aumentando aún más el lívido de la asiática. Sang Yue, se puso en pompas, semi horizontal, apoyada sobre el mesón, con las nalgas abiertas y abrió aún más las piernas para suplicar que le entrara con violencia, facilitando todo con