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Mostrando las entradas etiquetadas como Literatura erotica

El colibrí y el espino

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Hoy, en mi Jardín, acabo de ver al colibrí extrayéndole el  néctar a la flor del espino. El espino debe de ser uno de los árboles con más espinas, mortal para un pobre colibrí, que necesita de él para alimentarse, para tomar energía y volar grandes distancias, para no caer y morir. Aunque, vale la pena, si se trata de seguir con vida. Sólo un vuelo errático, y sus alas, quedarán prendidas entre filosos cuchillos que podría cortarlo, perdiendo no sólo las alas, sino también la vida y no volver a ver una flor más en su vida. Así de despiadada y sensual es la vida. Un hombre enamorado y caliente por el cuerpo de una mujer, es el mismo caso. Si te dejas llevar por ese momento de sensualidad y excitación, una mujer te podría hacer el mismo daño, que un espino a las alas de un colibrí. Hoy , enredada entre las sabanas, amaneció desnuda. El sol caía sobre su cuerpo iluminando y calentando su sexo que permanecía abierto y dilatado. Me quedé observando la belleza y sensualidad que

Pilar y los visillos azules de Juan...

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En esos días de pandemia y encierro que vivimos alguna vez, se me ha venido a la memoria la siguiente historia que les voy a contar. En esos pueblos del sur, donde la cal cubre los muros, de calles estrechas y poca distancia entre las casas, detrás de los visillos azules, vivía yo. Dieciséis años entonces,  me lo pasaba encerrado entre los muros fisgoneando y buscando siempre tranquilizar las hormonas. Los visillos permanecían cerrados para esconder mi maldad. Día a día me asomaba al sentir el ruido que hacían los colgaderos  entre las casas, en esos donde las mujeres colgaban sus ropas para que se secaran al sol. Ellas cantaban y despertaban los mullidos sueños de los mozuelos que, en esa batalla hormonal, se perdían azotando sus cabezas contra las almohadas. Sus cuerpos eran sensuales y generosos en su forma, acogedoras para el amor. Pilar, era uno de esos cuerpos. Y cada vez que asomaba por la ventana, yo , tras los visillos azules, la observaba. Solía vestir en enaguas

El Purgatorio de Madamme.

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"fuego genital transformado en delicia"... Así lo describiría un poeta. Ella no piensa que los propios encantos sexuales irán disminuyendo con la edad, o con el aburrimiento erótico, y que mi lujuria,  permanecerá. Me habló temprano para preguntarme a que hora tenía que venir, y le dije exactamente a las 3 de la tarde ni un minuto después. Mis indicaciones habían sido muy claras para mi madamme, tenía que presentarse con una falda vaporosa, liviana y sin bragas ni sostén. Aunque tenia los senos muy grandes para no llevarlos puesto y zapatos de taco alto. Se había levantado temprano, nerviosa y a la vez excitada por lo que iba a ocurrir aquel día… Hacia mucho frío esa tarde y su entrepierna se estaba congelando, cuando llegó,  le hice sacarse toda la ropa a pesar del frío y le tapé los ojos con una venda negra, la llevé a mi  cuarto y le até las extremidades a los pies de la cama matrimonial.  Al acercar mi mano estaba frío el palacio, húmedo,  pero no caldeado co

Carne viva....

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"Desatada de locura, dejó que la penetrara lentamente, mientras me deslizaba entre sus nalgas. Podía tocar sus gemidos y oler el perfume que liberaba su sexo... quería derramar en ella todo, quería derretirme entre sus piernas y poseer la como nunca le había poseído nadie. Sus nalgas se comprimían tras cada embestida... pero mi insistencia en entrar en carne viva era todo lo que había en mi mente.. empuje con tanta fuerza que sus carnes se rindieron y finalmente me enterré en ella hasta topar el fondo virgen que había en ella...toda ella, todo yo... había quebrado sus caderas llenándola de gozo ..era lo que ella deseaba y yo estaba ahí para complacerla... toda su esencia había sido mía, nada le iba a ser olvidar ese instante en que entregó todo su cuerpo ... se derramo por dentro dejando escapar aullidos de placer hasta que el sol cubrió el cielo, mientras la luna satisfecha se perdía en el horizonte...." Juan De Marco.

Savia

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Y ese minúsculo rincón donde late la vida, ese ínfimo retazo de piel que te arranca del silencio, donde mi lengua goza , donde mis labios besan, donde mi boca bebe y se pierde del tiempo real, para caer vertiginosamente en tu silencio, donde mis oídos escuchan lacerantes gemidos de placer y deseo... Ahí, justamente ahí, donde nacen los oleajes de tu vientre, donde se esconde el más esperado de los deseos, donde te moja mi aliento tibio, donde derramas tu alma para suplicar piedad, cuando mis labios entre tus temblores se rehúsan a despegarse de tu piel que rezume jugos tu alma excitada para recoger en besos la savia de tu alma. Juan de Marco

Al otro lado del espejo.

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Pues aquí estoy, al otro lado de tu espejo.  Tu abriendo la piernas, y con los dedos, mostrando tus pétalos abiertos, vivos y rojos , para que te saque todo lo sabroso que dentro se esconde.. húmeda con el roció de la mañana y abierta para ser libada y exquisitamente preparada con las mejores galas de una flor en primavera. Extasiándote de besos, de caricias impertinentes, queriendo sacar la miel de ti como las abejas.   Cerca el verano y el calor hace que se abran  y a mi beber de donde se guarda el líquido más dulce y cálido, la más exquisita de las ambrosías, el licor de los dioses que embriagan mis labios angustiados por probarte, lamiendo de ese interior aterciopelado, extasiado esperando tus gemidos, tus jadeos y orgasmos, queriendo quitarte la vida con mi boca... la miel con mis dedos. "tomo de él y disfruto de su dulzura.. y que larga vida me dé" Juan De Marco, Yo erecto de deseo, absoluto y pleno...

El último rincón.

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Me reincorpore enterrando mi sexo en ella, la que empujaba suplicando suavidad, pero embestí con fuerza hasta topar el último rincón de su alma, separando con violencia sus piernas bañadas de sudor, y me dejé caer sobre su vientre mordiendo sus labios bañados de saliva seca, arrancando y ahogando con frenesí, cada grito y gemido de su boca. Mi cuerpo batía el suyo sin piedad, hasta reventar dentro de ella liberando mi energía y mis horas de espera, para aprender de sus muslos los mil secretos que escondían, hasta caer sobre sus pechos hinchados de los que aún brotaba leche a goteos intermitentes. Finalmente tranquilizamos nuestros cuerpos entre besos y caricias dormidas de placer. Don Juan De Marco "Donde se abren los muslos de una mujer, guardarás para siempre el recuerdo en tu memoria"

El Debutante.

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Yo era tan sólo un chiquillo, el sobrino atolondrado de su adorado esposo. Cuando se acerco a mi, sentí que mis piernas temblaban. Sus manos acariciaron mi cara con suavidad, sentía como limpiaba mis deseos al roce de sus dedos, largos y suaves. Me tomó de la mano llevándome a su habitación. Al desnudarme lo hizo con ternura y cariño, dejando deslizar la ropa sobre mi cuerpo. Sus manos tibias recorrían mi cuerpo, sus dedos iban dejando la huella sobre mi piel, mis vellos se erizaban al roce. Mi sexo se erguía como un bastión, sus labios recorrían mis pechos con dulces besos mientras sus manos iban descubriendo mi cuerpo. Al quedar desnudo, sus labios fueron surcando el camino al deseo, cada pliegue de piel se abría al depurado rozar de la suya contra la mía. Hilos de saliva iban marcando cuidadosamente su recorrido, como telarañas transparentes, se tejían, queriendo atrapar mi sexo en una cárcel de seda.  Palpitante mi verga se contraía a sus caricias, sin ella haberla tocado,

Perlas y aureolas.

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Sobre mi cuerpo, a horcajadas, se podían ver sus senos tempestuosos y la caída hasta sus caderas. Ante mis ojos, desnudando su piel, su corsé, se habría tira a tira cuando sus dedos desenredaban el complicado laberinto de sujetadores, que con gran esfuerzo lograban contener los abultados senos. Las aureolas de sus pezones y sus  perlas de carne, se dejaban ver adornadas por encajes, que al soltarlo, dejó rebotando sus senos por un instante llenando un gran vacío. Los posó delicadamente sobre mis labios ofreciendo su néctar, semitransparente y blanquecino, dos gotas asomaban sobre sus puntas como perlas, los que fueron succionados por mi sedienta boca. Sus pezones eran duros como copas de mármol, oscuros y enrojecidos. Las gotas brillaban contra la luz tenue del cuarto. Bebí de ellos succionando gota tras gota, hasta liberar finos chorros que se disparaban sin dirección mojando mi cara. Tomando mi cabeza, me deslizó por su vientre, donde la suavidad de su piel acariciaba mis mejilla

"Hilos de seda".

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Sus piernas se fueron abriendo lentamente empezando a revelar sus secretos. Sus labios se hinchaban al roce de los míos, cada surco era dibujaba por mi lengua. Las gotas de sudor bajaban por su cuerpo, y eran recogidas suavemente por mis labios, como queriendo beber de sus pecados, los que brotaban uno tras otro, suplicando que me acercara a la miel de su carne. Sentí como su sexo buscaba mis labios intensamente, retorciéndose entre jadeos y gemidos.  Finalmente ante mi, brillaban sus labios vaginales despegándose con hilos sedosos, y densos hilillos de fluidos que emergían del interior. Su apretada vulva, se dilataba, dejando ver su interior, pardo rojizo y bañado de miel, los que mediante sus brillos iban liberando la pequeña cabeza de oro, que asomaba tímidamente entre los pliegues húmedos.   Mi lengua terminó se romper los hilillos que quedaban vírgenes, rodie envolviendo la cabecilla entre mis labios succionando suavemente, su cuerpo se estremecía, dejaba correr un liquid

...Toda ella, todo yo...

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"Desatada de locura, dejó que la penetrara lentamente, mientras me deslizaba entre sus nalgas , podía tocar sus gemidos y oler el perfume que liberaba su sexo... quería derramar en ella todo, quería desaparecer entre sus piernas y tomarla como nunca le habían poseído. Sus nalgas se apretaban tras cada embestida...empuje con tanta fuerza que sus carnes se rindieron y me enterré en ella hasta topar  fondo...toda ella, todo yo... había quebrado sus caderas llenándola de gozo...era todo lo que ella deseaba y yo estaba ahí para complacerla...  toda su esencia había sido mía, nada le iba a ser olvidar ese instante en que entregó todo su cuerpo al salvaje amante que se le había cruzado en el camino... se derramó por dentro dejando escapar gemidos de placer y jadear hasta el orgasmo. El sol cubrió el cielo, mientras la luna satisfecha se perdía en el horizonte...." Don Juan De Marco. 

Juan De Marco, Gustab, Rodrigo Fúster... ?

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Ese hombre que vagaba con la mirada perdida orillando el mar, queriendo solucionar la vida... Divagando entre cuerpos desnudos, dejando que sus dedos rozaran el agua agachándose de vez en vez, como silueteando esos cuerpos que se iban disparando a cada caricia. El viento en su cara curtida por los años de di-vagante filosofía. Descifrando miradas y sonrisas que le regalaban al pasar. Arreglando su boina tras cada mirada, acariciando su entrepierna escondiendo la emergente figura tras los cierres de su pantalón, ocultando la humedad que lo invadía. En tanto, una socarrona sonrisa era disimulada con sus ojos de tristeza. Pensaba en las damas que le acosaban queriendo obtener un buen rato de placer, suspendiendo en el aire el tiempo que lo ocuparían, que mas podrían pedir de él. Les atraía su cabizbaja mirada que seguía y contaba sus pasos. Le imaginaban desnudo paseándose frente a ellas sin pudor ni vergüenza, les gustaba la acariciante mirada de sus ojos sobre la piel incitándolas

La Corrida.

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Nos sentamos en una mesa no muy alejada de la de ustedes, yo frente a ti.  Nuestras miradas se cruzan repetidamente con ardor. Estoy deseando follarte y supongo que tú también a mí. En un momento te levantas y te diriges al baño. Voy tras de ti. Te cojo de la mano y te meto en una cabina. Te empujo contra la pared y te beso locamente. Correspondes a mis besos . Mi mano se aventura bajo tu falda, toco tu ropa interior totalmente mojada y la arranco a girones. Has sacado mi sexo del pantalón, enhiesta y te embisto contra la pared. Entro sin resistencia en el tuyo, húmeda, mojada. Me encanta como la aprisionas con las paredes de tu sexo. Entro en ti hasta arrancarte el placer que se escapa por tu boca a gemidos.  -Quiero que te corras dentro de mí – susurras al oído.  Juan De Marco

El deseo

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Sientes como nazco entre tus manos, como un artesano modelando arcilla, contemplas tu obra terminada. Me dejas caer en el abismo. Caricias, suaves e intensas, el jabón y el agua que cae sobre mi.Quieres tenerme en tu boca. Te arrodillas en la bañera. Tus labios me besan ardorosamente. No puedo pensar en otra cosa, tu lengua en gula sobre mi sexo, me sostienes. Consigues volverme loco. Sentirme en tu boca, que dirijas mi placer. En este momento te pertenezco totalmente. Me engulles, me acaricias con tus labios, me desarmas en tus manos, me desarmo cayendo al vacío, al abismo, hasta deshacerme en tu boca, desapareciendo entre tus dedos... te deseo.  Juan De Marco. A gloria.

Un Instante .. una vida

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Nuestros rostros quedaron a la misma altura, su lengua buscó la mía hasta encontrarla, a la vez que movía sus caderas rozándose contra mí. Cogió mi cabeza con fuerza pegando su frente a la mía, sentía su aliento en la cara y sus primeros gemidos cuando comenzó a salir para volver a caer sobre mí, iniciando así un lento sube y baja con su cuerpo sobre el mío. Nuestra conversación se entrecortaba con jadeos, ella seguía dejando entrar y salir mi sexo lentamente, disfrutando el momento. Nuestras frentes seguían pegadas, su respiración y sus palabras en mi oído me derretían.  El sudor lo mojaba todo, comenzó un juego en que aflojaba y presionaba a su antojo. Mi lengua recorrió cada milímetro de su rugosa piel, sus senos estaban duros y firmes, lo que facilitaba mis pequeños mordiscos que hacían que se estremeciese. Un gemido salió de su garganta, aferrándose con sus manos en la silla, se arqueo hacia atrás, moviéndose, haciendo que mi sexo saliera fuera del suyo.... se dejó caer su

LA SEDA BLANCA QUE HOY TE CUBRE..

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AQUELLAS SEDAS BLANCAS ESCUPIDAS A PULSOS POR EL AIRE, SACUDIENDO LOS SENTIDOS, CUBRIENDO CADA FORMA Y PERDIÉNDOSE ENTRE TUS SENOS, MAJÁNDOLO TODO... VOLVIÉNDOSE AGUA, ESCURRIÉNDOSE EN LOS LABIOS DE LA MÁS APASIONADA DE LAS AMANTES. AHÍ TIBIA , CAPRICHOSA Y SIN SENTIDO. DELIRANTE ENTRE TUS LABIOS, ASÍ LA QUIERO, PERDIDA ENTRE LOS PERLADOS DIENTES QUE SE CIERRAN PARA RETENERLA... ENTRE LABIOS CERRADOS DEJANDO QUE LIBERE Y ENSEÑE EL SABOR QUE LA INVADE...SEDA BLANCA Y DENSA, SUAVE Y ESPESA, SEDA PRENDIDA Y DESGARRADA A BESOS, BENDICIENDO LAS BOCAS MÁS PECADORAS , SUSURRANDO LA CURVATURA EN TUS OÍDOS, ARRUGANDO HASTA CERRAR TUS OJOS MIENTRAS GIMES ENTRE RISAS Y TU CORAZÓN PULSA ENTRE TUS PECHOS. DEJAS QUE LENTAMENTE SE DESHAGA ENTRE TUS LABIOS , EN LOS GUSTOS MÁS PROFUNDOS DE TU GARGANTA, EN ESQUINA ESA DONDE NUCA AH RODADO UNA LAGRIMA MÁS ESPESA Y LIMPIA, SUAVIZANDO CADA MILÍMETRO DE PIEL QUE TUS DEDOS ESPARCE. DÉJAME ENSEÑARTE COMO SE BEBE DEL FRUTO PROHIBIDO. COMO QUEMA, COMO ARDE

La de las trenzas sueltas.

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La de las trenzas sueltas se sentó a mi lado mientras comía, poniendo su mano en mi rodilla, me miro intensamente con aquellos demoledores ojos castaños, me recline, la bese, ella paso su mano por mi nuca y hundió su lengua dentro de mi boca laceando la mía. En su casa, solos sobre el sofá, semi desnudo. Dejándome llevar, deslice una mano bajo su camiseta y acaricie suavemente uno de sus senos. Sentí como su casquillo crecía endureciéndose entre mis dedos, emergía como el botón de una rosa, suave y delicado, soltando pequeñas gotas transparentes, mi boca se iba perdiendo en su cuello, gemía de placer mientras le recorría humedeciendo su piel.   Ella bajaba su mano hasta alcanzar mi sexo con ansioso temblor dejando que sus dedos lo dibujaran sobre las telas del pantalón. Ardía en deseos de hacer el amor con ella, pero preferí que ella llevara la voz cantante, que fuera ella la que diera el primer paso y así fue. Desprendió los botones de su blusa, dejando libre los delicados seno

El poema

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Deseaba tocarte, tomarte entre mis brazos, y hacerte mi mujer una vez más. Al entrar en el cuarto todo estaba en silencio. Las fragancias de nuestros cuerpos inundaban el aire, almendras e inciensos, se tomaban el espacio. La brisa marina luchaba por apoderarse de todo, pero el olor de nuestras pasiones finalmente le arrebataba su lugar. Todo estaba a media luz, por la ventana sólo algunos rayos sobrevivientes del atardecer se colaban por las cortinas de gasa. Al acercarme a nuestra cama, pude ver como un rayo de sol, todavía acariciaba tu piel, las sabanas dividían tu cuerpo en dos, por un lado tu espalda desnuda, y por el otro, tus nalgas acariciadas por el sol. Una tremenda sensación se apoderó de mi mente, apoyándome en la cama, besé tu espalda desnuda, mientras mi mano se apoderaba de tus nalgas, quitando las manos del sol. No despertabas de tu somnolencia, y tu cuerpo temblaba al roce de mi mano, mientras mis labios se daban un banquete con el sudor que corría por tu piel. T

Al aire del Jardín

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Al  llegar por la noche, fumábamos fuera de la cocina mientras él estaba dentro, detras de la pantalla de su celular.   Intuí que la negra esperaba algo de compostura ante la presencia de su hijo en casa. Me quedé fumando mientras la miraba dentro de la humareda que salía de nuestras bocas, callado. Reí por dentro, después miré su vestido corto y vaporoso que movía el poco aire que se levantaba esa calurosa noche del jardín, como bamboleaban sus pechos, cada vez que reía callada mientras mordía sus labios tras la lasciva mirada. Un dejo de envidia aparcó en mi cabeza a ese aire que se escurría entre sus piernas acariciando sus muslos,  y la imaginé entre las sábanas.  Por el ceño, imaginé las imágenes que se movían dentro de su cabeza , de una imagen que merodeaba en su cabeza de la serie que acabábamos de ver en la televisión, ese hombre que arrojaba al escritorio a la mujer , para hundirse entre sus piernas y clavarla mientras ella apretaba con sus manos la boca para no gritar.

Humedad en su vientre.

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Ella olía a cipreses , a helechos, a humedad... su cuerpo sudaba fresco. Podía sentir su fragancia mustia, como si ,el moho el paisaje se apoderara de ella, cuando me envolvía con sus brazos... Entonces, parecía poseer toda esa fragancia que se siente al sur del mundo, perdido en la patagonia, donde la Lenga y la tierra siempre permanece mojada, donde las maderas se asomagaban descomponiéndose entre las hojas eternas y acumuladas.  Sin embargo, al acariciar su cuerpo, deslizándome por su piel, esa humedad se volvía tibia y fuerte. Ella sudaba deseo, sus piernas me ataban a sus caderas y el olor de sus piernas abiertas, me indicaba la huella que debían dejar mis besos. Su humedad lo mojaba todo, nada obligaba ni pedía, su cuerpo se dejaba amar sin condiciones, entonces apretaba sus muslos y me encadenaba a su sexo. Sus lagrimas de deseo, que aparecían de lo más profundo de la cavidad de su sexo, me encarcelaba entre las sabanas, mientras sus gemidos y jadeos se ahogaban en su ga