Entradas

La espera...

Imagen
Me aferré a tus nalgas, mientras tus dedos, lo acomodaban entre los muslos, duro y desafiante... no decías nada... Mi sexo buscó entre tus labios vaginales, sin entrar, sólo resbalando entre tus carnes, dibujando cual pincel, lo resbaladizo de tu sexo, el que acoplado a mis deseos, resbaló por la vertical mojada hasta rozar el fruto almendrado que guardabas dentro, que ya se disparaba endurecido por las caricias... El vaivén de mis caderas acompañaba las delicias del  deleite que sentías.  Untado en tus fluidos, fue mojándose entre tus piernas apretadas, bañando de  húmedad tu piel mojada.  La sensación exquisita que sentía, luego de la larga espera, hacía que lo resbaladizo del sendero, endureciera e hiciera palpitar mi cabeza  que fue llenándose de sangre para satisfacer el deseo que te consumía ... El baile frenético de mi cuerpo fue anunciando en húmedos fluidos, el fin de unos meses sin tocarnos. Tus nalgas se pegaron a ese ritmo de locura y frenesí, levantando tu pierna sob

Al amanecer...

Imagen
"...Cuando sentí que su boca se abrió reclamando placer y sus piernas chorreaban, la di vuelta hacia el espejo y entré lentamente entre sus carnes, sacando lágrimas de sus ojos envueltos en rubor , y la embestí profundamente... mientras ella miraba en el espejo su rostro desfigurado de deseo ... arremetí contra ella hasta arrancar una seguidilla de orgasmos a cada embestida... finalmente mi cuerpo soltó todo el ardor que ella había acumulado en mi cuerpo durante la noche... ambos terminamos de rodillas en el suelo, tratando de recuperar el aliento, mientras, unas seguidilla de gemidos y jadeos se sucedían unos a otros..." Juan De Marco

A la luz de la ventana.

Imagen
" Su cuerpo esta agitado, su deseo no la deja respirar y la levanto apoyándola en la ventana, entro suave entre sus piernas... gime y susurra delicias entre jadeos ahogados, entonces, su vientre tiembla... una y otra vez... su excitación no se deja esperar, y mis entradas hacen que su cuerpo reaccione... salgo y meto mi boca entre sus piernas, succiono suavemente su piel... explota... y su cuerpo se entrega a las delicias sin oponer resistencia... los orgasmos se suceden uno a uno, y antes de que su cuerpo se reponga vuelvo a entrar en ella con un sexo erguido... y profundamente me apodero de ella... sus nalgas se aprietan a la ventana... y sus senos golpetean mi boca... sorbo las gotas que corren mientras su cuerpo empaña el vidrio... hasta que su cuerpo resbala y cae al suelo extenuado... mis ojos no dejan de mirar el mar y su boca vuelve a cogerlo... lame suavemente sintiendo su olor y gusto en su rostro... es su olor, es su gusto mezclado con el mio... vuelvo a derramarme

Amanteseres...

Imagen
Sus bragas delatan , el encaje negro se despide de su cuerpo y recorre sus piernas llegando a sus tobillos, sus piernas se doblan y con las manos se quita la prenda completa, se levanta y recorre desnuda la habitación, sus nalgas tiemblan a cada paso, camina hacia mí y abriendo las piernas, se sienta a horcajadas , puedo sentir su aliento dulce y cálido bajando por mi cuello, me abraza, y baila sobre las telas delgadas de mi pantalón, dibujando con su sexo el mío, como si dos engranajes ensamblaran delicadamente. Mi erección siente su cuerpo y despide unas gotas, ella me recorre con la mano sobre las telas, cada detalle de mi Verga, despega las braguetas, y mete sus bragas para seducirme sin clemencia, sus manos entran delicadamente con ellas y tantean el flujo que que cae sutilmente, dibujando con sus dedos su erecta figura.  Se levanta y vuelve nuevamente a la cama, desordena las sabanas enredándolas entre sus piernas, su sexo puede verse desnudo y abierto por fugaces momentos,

La maestra de francés... (a Pilar)

Imagen
Cuando se acerco a mi, sentí que mis piernas temblaban. Sus manos acariciaron mi cara con suavidad, sentía como limpiaba mis deseos al roce de sus dedos, largos y suaves. Me tomó de la mano llevándome a su habitación. Al desnudarme lo hizo con ternura y cariño, dejando deslizar la ropa sobre mi cuerpo. Sus manos tibias recorrían mi cuerpo, sus dedos iban dejando la huella sobre mi piel, mis vellos se erizaban al roce. Mi sexo se erguía como un bastión, sus labios recorrían mis pechos con dulces besos mientras sus manos iban descubriendo mi cuerpo. Al quedar desnudo, sus labios fueron surcando el camino al deseo, cada pliegue de piel se abría al depurado rozar de la suya contra la mía. Hilos de saliva iban marcando cuidadosamente su recorrido, como telarañas transparentes, se tejían, queriendo atrapar mi sexo en una cárcel de seda.  Palpitante mi verga se contraía a sus caricias, sin ella haberla tocado, como una rama azotada suavemente por un riachuelo. buscando ser acariciado po

Blasfemia.

Imagen
Su pasión por cristo lo traía a la vida para convertirlo en carne, beber del sudor de su cuerpo. Los labios de la monja circundaron los pezones del Cristo. La religiosa extasiada por la aparición demostraba su adoración bajando con su boca por el cuerpo que no dejaba de temblar entre sus dedos, hasta colgarse del genero que cubría el sexo sagrado de aquella imagen, que tantas veces había imaginado en sus sueños. El vientre de Cristo entumecido por los labios de la monja se convertía en agua, mientras su sexo erecto se dejaba ver sin pudor en gloria y majestad. La monja temblando entre sus dudas, lo rodeó con sus dedos para sostener el sagrado miembro del que nunca se había hablado, y menos , alguna vez blasfemado. Tirando de la delicada piel que le cubría, lo besó con pasión y deseo, mientras que de los labios del Cristo hecho carne, se escapaban delicados gemidos. Con ternura y amor, casi mágicamente, los dedos de la monja liberaron, clavo a clavo, las manos y pies del Cristo, que

El último Deseo.

Imagen
Las piernas separadas de Andrea, clamaban mojadas . El ying y el yang en perfecta armonía, buscaban sus sexos, ambos estaban bebiendo la energía del otro mientras sus cuerpos se dejaban beber mutuamente. Los que se convertían en lágrimas de deseo al engullirse. Ella, al deslizar sus labios por el duro miembro erguido por las venas llenas de sangre, él, entregado a los de ella, que engullía como una fruta jugosamente abierta por sus caricias y el juego de sus labios.  Cada embestida de su boca, iban doblando las rodillas de Marco , quién la sujetaba en andas sobre sus hombros, hasta que por fin liberaron todas sus bendiciones en la boca de Andrea, la que al sentir el caliente zumo que escapaba y la enmudecía, caía extasiada sobre el frío suelo de roca, dejando abiertas sus piernas para ofrecer su cálido interior santificado por las promesas de fidelidad y sacrificio. Al despertar del éxtasis, sintió como el sexo duro de Marco le poseía. Angustiada por el deseo que sentía, dejó que