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Ledeska y sus placeres..

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"Sentí como tus piernas temblaban cuando mi manos las separaban, sentí palpitar tu sexo cuando mis labios se acercaban, apenas rozando la delicadeza de la nuez partida que dejaba escapar su jugoso fruto pequeño endurecido, y luego ese gusanito de seda que brotaba ente tus labios vaginales, endurecido y mojado, Hinchado en sangre y temblando a cada roce de mi lengua hambrienta de probar tu sabor, y de una nariz que quería guardar para siempre esa fragancia que expelía al mojarse. Luego tu vientre levantado en oleadas de deseo y un corazón que no dejaba de palpitar al ritmo de mis roces, y u pequeño gemido que demostraba que agonizabas entre mis labios... hasta que soltaste en caudales todo ese jugo que empapo mi rostro regalándome todo lo que guardabas dentro... temblaste por mucho tiempo mientras te deshacías en mi boca, entonces empinado sobre tu cuerpo te penetre hasta escuchar tus gritos de placer y lujuria... y así, cerrando tus piernas y envuelta como un caracol te quedaste

El sueño anciado.

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Como un alma errante, siempre buscando provocar en aquellos cuerpos sus deseos y sueños más profundos. Dicen que soy la imagen del deseo y las palabras del éxtasis , pero sólo soy un alma en permanente deseo y entrando no sólo en el alma de una mujer . Después, todos sus sueños me pertenecen, busco entre mis enigmas la imagen perfecta, pues en cada una hay algo que las hace temblar, y un beso para dar. Don Juan De Marco.

Sexo sobre las arenas...

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"Claudia gemía estirada en las arenas del desierto, ella sabía que las manos del moro le recorrían bajo el vestido de gaza que ese día la vestía en harapos... perdida en el desierto que se había propuesto conocer a fondo y en el cual se había perdido atraída por las pieles morenas quemadas por el sol. El moro la fue desvistiendo con delicadeza, mientras dejaba caer a gotas el agua de su cantimplora sobre sus labios. Los dedos del moro iban despegando las telas roídas por el salvaje paisaje que quemaba la piel de claudia y la hacían arder en deseo a los roces de las delicadas, pero fuertes, manos callosas del beduino. Los labios del ladrón de la arena le fueron robando besos hechiceros de su piel, sus senos ya desnudos se disparaban en deseo erigiendo los pezones blandos y secos, que al roce de los dedos del moro, goteaban ambrosía viscosa y cristalina a la vez volviéndolos a la vida, anunciando que su cuerpo no se opondría a nada que él hiciera... ella sentía como la nariz del

Las caderas del Moro...

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" Con el rostro cubierto por el sudado pañuelo, dejó que sus mantos cayeran a la arena.. denudo frente a la mujer, que perdida en el desierto no dejaba de preguntarse por qué un hombre tan moreno le seducía sin siquiera imaginar su rostro...pero su cuerpo desnudo prendía en deseo al verlo a sexo desnudo y pechos cubiertos de vellos rizados tan negros como la noche, unos pulmones que no dejaban tranquilo esos pechos donde las gotas de sudor corrían por las tetillas saladas que apagaban la sed. A besos fue bebiendo del sudor del beduino, mientras este se contoneaba de deseo y dejaba escurrir sus manos bajo las faldas de aquella turista, que no pensaba en nada más, que descubrir, a que sabía el cuerpo salvaje, de aquel extraño amante, surgido de las arenas candentes del abandonado desierto que le escondía a los ojos de las mujeres, que en esas arenas se perdían. Esos ojos negros que no dejaban de mirarla fijamente a los ojos...las calientes manos del beduino, sabían cómo excitar

De tus Almívares..

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" Subiste en mi cama erguida caminando hacia mí, desnuda como te quería, mientras yo recostado te esperaba... Desde mi almohada, miraba fijamente tu sexo desnudo, aquellas dos columnas de ébano se detuvieron sobre mi rostro mostrándome el brillo que relampagueaba desde tu interior, bañado en almíbares. Ven déjate caer sobre mi boca, deja que la tibieza de tus labios vaginales, unte en gracia los sabrosos labios que te esperan, los que beberán los manjares que tu cuerpo me quiere ofrecer.Y te encuclillaste sobre mi rostro empapandole de exquisitos aromas que fueron entrando por mi nariz. La suavidad de tus carnes se abrió en mi boca, respiré tu intensa fragancia, dejándola entrar hasta lo más profundo de mi ser. Me empapé de sabores dulzones, que marcados por las delicadas notas de los vinos que acababas de probar, se apoderaban del flujo que escapaba entre tus piernas. Empujaste tus caderas hasta mis labios para que untaran mis labios y lengua de sustancial sabor. Divina probada

24 años.

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"Tendida en la cama desnuda... su cuerpo enredado entre las sabanas...su pelo desordenado cubriendo sus senos desnudos...y un brillo...un pequeño brillo en la entrepierna que me anunciaba la espera.Y una piel que me pedía que la tocara...dejé mis dedos subir desde las rodillas con un pequeño pase de baile, subí acariciando su piel tibia y expuesta a mis ojos, ella dormía.  Sus ojos entre cerrados, dejaban que sus pupilas titilaran a cada roce sin dirección. Enredados entre sus vellos húmedos, aparecía el caldo del placer que sus piernas apretadas escondían,... 24 años gloriosos y puros entre mis dedos enredados en las sabanas de rayón recién lavadas y perfumadas con su olor a hembra de sueños eróticos e intransigentes, donde no cabía otro deseo que el de una caricia robada mientras dormía. Me arrodillé a su lado para recoger su olor, y mis labios no pudieron dejar de tocarla... el fuerte aroma asomagado a sexo entre sus piernas, despertaba el libido. El deseo de un hombre, que no

Hoy Y siempre

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"Hoy me deslizaré entre tus piernas hasta alcanzar el húmedo deseo que te consume, abriré mis labios a la rozagante flor que se abre, hoy profundizaré en tu deseo chasqueando salivas derramadas y fluidos cálidos que de entre tus piernas nacen para darle de beber a mis labios secos.... Hoy tus senos serán recogidos por mis labios mientras derraman las gotas de roció... hoy beberé de tu piel hasta que desaparezca la dureza de tus pezones ardientes... hoy te consumirás por mis miradas profundas ....Hoy tus nalgas serán un regalo de sabor y cálido gusto al beber de ellas tus fragancias tantas veces penetradas por mi boca en llamas... Hoy sentirás el hierro ardiente que se encumbra entre mis bragas para alcanzar la calidez profunda de tu fuente de vida eterna... Hoy serás mía para siempre. Don Juan De Marco...