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Un verano de fotografía

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Como si se tratara de una migración de tortugas marinas, la vi nadando desde abajo, mientras se alejaba siguiendo la corriente... Su cuerpo desnudo era magia y reflejos del agua; Su sexo libre sembrando oscuridad, y sus senos, sus senos libres cual globos, flameaban uno al lado del otro, endureciendo sus casquillos como puntas de lanza; ondeaban libres en choque juguetón hundiendo y floreciendo cual magia brujera, ondulaban y agitaban , enarbolando su belleza perfecta. Sus nalgas movían ligeras olas alrededor de sus caderas, asomaban cada dos a tres, y sus carnes parecían lienzos de seda, suaves y blancos, enaltecidos por el turquesa de las aguas. Emergió para tomar un descanso sentada en las rocas que rodeaban el arrecife, donde los corales dibujaban el brillo de su vulva por los brillantes reflejos del sol. Emergí tras de ella, para asomar mi cabeza y hablarle... -Quien eres???, porque me sigues??- respondió asustada. -Neptuno el rey de los mares y dueño de estas aguas respondí, veng

Bebida...

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-No te apures... bésame.. besa mi vientre, recorre mi cintura..- Abrió su blusa dejando caer sus senos, como flotando en el espacio, como dos mágicas lunas... bese su piel suavemente, pasaba mi lengua por su ombligo, sintiendo como su cuerpo se arqueaba, por ahí debía seguir. Me movía entre su vientre y sus senos, mientras mis manos la recorrían con suavidad, mi lengua entraba y salía del hueco que a ella le hacía temblar y gemir suavemente, Su corazón se aceleraba y las uñas rasgaban en mi espalda. Abajo, las telas diminutas de su lencería mostraban una delicada humedad; Entonces sus manos acomodaron mi cabeza con ternura, dirigiendo mis besos hasta manantial que surgía imperceptible, acomodó su muslos para dejar entrar mi boca en ella. Me sumergí en su sexo buscando todo su intenso sabor. Empujaba con sus caderas hacia mis labios y se dejaba morder suavemente sobre la tela . Danzaba al ritmo que le daba mi boca, que aún se mantenían lejos del objetivo con esa piel húmeda que pront

Humedales.

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Ese día no se haría aseo en la casa, ni comida, ese día no se haría nada. El niño de la casa estaba enfermo y con fiebre y sería la prioridad. Llegó temprano y mis padres se fueron al trabajo. Poco después vendría ella a tomar la fiebre del niño que a ese momento marcaba 38°. Puso el termómetro entre las juveniles nalgas, y mientras esperaba, una mano entró por debajo de su falda, al sentir la tibieza y el juego de esos dedos, apretó inconscientemente sus piernas mientras temblaba. Entregada al juego bajo su rostro para besar y acariciar  delicadamente las turgentes nalgas, murmurando casi silente, lo mucho que le gustaban.  De los cuidados, fue de la curiosidad al deseo. Después de besar delicadamente mi espalda subiendo hasta mi cuello, se acercó a mi oído sugiriendo lo que deseaba; voltee para complacerla y sin yo hacer nada, envolvió con sus suaves dedos el tronco que allí se levantaba.  - mi niño ya es un hombre, y que suavidad y delicadeza hay en tus dedos.- Acercó su boca a la m

Junco.

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Forniquemos a más no poder, hasta que nuestras vidas se agoten de tanto placer; complaciendo los caprichos y sentires de la carne, en ese baile infinito de ser en la plenitud… Déjate llevar tu también, protégete del otoño; El deseo no tiene piedad, ni límites. ¿Hay mejor perfume que ese cuando dos cuerpos se seducen así? Dulce y exquisito aroma emana; dos cuerpos que destilan deseo.  Imposible saciarse, cuando siempre se quiere más. No eres la única que nunca está saciada del todo... Un beso nunca es suficiente.... anda dámelo, yo te dejo uno de esos de sabores ricos... No no, no se puede, serías un pecado. Que te coma, que te sacie, que te harte de placer, como el junco que se dobla por el agua . Rodrigo Fuster

Sin siquiera tocarle.

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Desde un rincón sin alma, desnuda al tacto mojada desde la luz.... Sus dedos danzan al compas de su mirada... A la oculta morada, donde fluye el agua  que sus dedos dibujaran imaginándole. Al oculto deseo del roce de sus dedos ,  mientras los de ella bailan por él. Separa sus muslos suspirándole el aliento que escapa por su boca sin siquiera tocarle. Rodrigo Fuster

Orgasmo de luces.

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Ella mira de detrás de las cortinas, cuando sus manos al mástil de la escoba mueve el aire, esas que jabonan dibujando burbujas, desafiando la separación entre sus piernas, ungiendo el culo para ser bendecidas por el ángel que le mueve, que le excita, que le provoca desordenes húmedos mientras plancha; aquella que muere cada día desnuda al llegar a casa pensándole, e imaginando sus manos esculpiendo su cuerpo, dibujando sexos en el aire, sintiendo orgasmos de luces. Rodrigo Fuster

Irse de boca.

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Nacer tras de tus rodillas mientras yaces desnuda; horizontal descanso dejándote llevar por el tiempo, no hay apuro. Mis manos inquietas suben suavemente siguiendo el camino. Subo por tus muslos largos y cansinos, y al tomar la curvatura de tus nalgas me detengo, suspirando alegorías, escuchando tus labios susurrando un gemido. Suavemente mis labios te buscan entre los pliegues del rincón más oscuro. Mi rostro se hunde en las fragancia del día, acariciando suavemente el vacío que las divide, tu fragancia me atrapa en un abismo de sensaciones, irse de boca  es un deseo febril, hambriento por seguir la huella. Sigo el camino sinuoso y tibio de tu espalda, sine quan non, saboreando cada rincón de tu blanda explanada, exquisita espalda decorada con suave piel encendida; tus labios gimen despertando el silencio, mi mano tibia permanece entre tus carnes, agitando la vida. Vuelvo por el mismo camino hasta perderme en tu figura que antes recorrí sediento de orgasmos, buscando la vida. Tus na