".. y se abrieron las compuertas del deseo... cada gota en su lugar...cada dedo en la postura requerida...y fueron saliendo los quebrantos y jadeos bramidos, y en su vientre se dibujaron salvajes olas... las que suavemente iban bañando las rocas... y la espuma se dibujó en su interior, para volver a brotar al roce de mis dedos..."
Don Juan de Marco, Diosas del Olimpo...
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En mi jardín el deseo no tiene límites.