"Hilos de seda".
Sus piernas se fueron abriendo lentamente empezando a revelar sus secretos. Sus labios se hinchaban al roce de los míos, cada surco era dibujaba por mi lengua. Las gotas de sudor bajaban por su cuerpo, y eran recogidas suavemente por mis labios, como queriendo beber de sus pecados, los que brotaban uno tras otro, suplicando que me acercara a la miel de su carne. Sentí como su sexo buscaba mis labios intensamente, retorciéndose entre jadeos y gemidos.
Finalmente ante mi, brillaban sus labios vaginales despegándose con hilos sedosos, y densos hilillos de fluidos que emergían del interior. Su apretada vulva, se dilataba, dejando ver su interior, pardo rojizo y bañado de miel, los que mediante sus brillos iban liberando la pequeña cabeza de oro, que asomaba tímidamente entre los pliegues húmedos.
Mi lengua terminó se romper los hilillos que quedaban vírgenes, rodie envolviendo la cabecilla entre mis labios succionando suavemente, su cuerpo se estremecía, dejaba correr un liquido que chocaba con mis pestañas provocando un intenso ardor, sus vellos púbicos se enredaban entre mis dedos dibujando el promontorio monte de Venus, donde caían sus deseos palpitando, dejándolos untados, mientras mi lengua jugueteaba entre sus carnosos deseos separando los labios. lamiendo y recogiendo el manantial que emanaba de su interior. Entre jadeos y gemidos su espalda se retorcía clamando para no detener el flujo de placer que brotaba, sus manos sujetaban mi cabeza entre sus labio aplastando su sexo contra mi rostro, su espalda se dobló bruscamente liberando toda la energía por su columna vertebral, hasta reventar entre gritos de placer.
Juan de Marco, "Donde se abren los labios de una mujer, siempre habrá sed, y un gusto que guardarás para siempre en tu memoria"
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En mi jardín el deseo no tiene límites.