El colibrí y el espino


Hoy, en mi Jardín, acabo de ver al colibrí extrayéndole el  néctar a la flor del espino. El espino debe de ser uno de los árboles con más espinas, mortal para un pobre colibrí, que necesita de él para alimentarse, para tomar energía y volar grandes distancias, para no caer y morir. Aunque, vale la pena, si se trata de seguir con vida. Sólo un vuelo errático, y sus alas, quedarán prendidas entre filosos cuchillos que podría cortarlo, perdiendo no sólo las alas, sino también la vida y no volver a ver una flor más en su vida.
Así de despiadada y sensual es la vida. Un hombre enamorado y caliente por el cuerpo de una mujer, es el mismo caso. Si te dejas llevar por ese momento de sensualidad y excitación, una mujer te podría hacer el mismo daño, que un espino a las alas de un colibrí.
Hoy , enredada entre las sabanas, amaneció desnuda. El sol caía sobre su cuerpo iluminando y calentando su sexo que permanecía abierto y dilatado. Me quedé observando la belleza y sensualidad que sudan sus piernas, la dilatación de sus labios, que lo calientan todo. Semi abierto y mojado, y no pude detener mis instintos. 
Enterré mis labios en su sexo suavemente y extraje sus jugos como lo haría un colibrí. Mi lengua insaciable, se movía entre sus piernas, buscando rozar suavemente su piel, un hilo de saliva
transparente quedaba prendido entre sus labios vaginales que la harían florecer húmeda en mi boca. Ella ronroneaba como una gata en celo. Las piernas que permanecía cerradas, las fueron cediendo a las caricias, a mis labios. Gemía entre sus sueños. Su aroma , atraía mi boca exudando un néctar turbio denso y  transparente. Mi lengua se perdía entre sus ramas, como lo haría la flor de un espino excitada por la lengua ágil del colibrí. Estaba entregada a mis deseos y febriles acciones. 
Por fin se abrieron. Mi boca sin perder tiempo se hundió hasta alcanzar su flor madura y deseosa de una lengua habida y grácil que extrae cada gota en su interior. Ella lo desea todo, y toma mis cabellos para hundir mi cabeza entre sus piernas , jadeando en un amanecer cálido y apasionado. Ella es fuego entre los labios, como la flor al roce de la lengua del colibrí.
En un instantes estaba completamente abierta a mis juego, mojada en su interior, y aunque sus ojos permanecían cerrados, se dejaba hacer como si todavía durmiera. Sentí el jadear de su respiración  y como la sabia florecía entre sus carnes. Mis ojos no le quitaban la mirada de encima para ver como se dibujaba el placer en su cuerpo. El vientre, como marea salvaje , dibujaba olas de placer, ondeando excitada. Sus senos eran henchidos por mis dedos, se paraban duros como rocas, y dejaba que los moldeara con mis dedos apareciendo rozados sus pezones. Gotas sedosas, eran succionadas por mis besos, goteaba deseo y no era el momento de parar. 
Mi lengua no dejaba que su sexo se liberara de mi boca, y me fui hundiendo en su éxtasis procurando el clímax. Ella debía esperar, entonces me detuve , y el tiempo se congeló entre sus piernas, apretando aún más mi cabeza, no dejaba de pedir que no me alejara; Yo mantenía mi lengua detenida entre sus labios húmedos, hasta que un grito pidió más, apretó mi cabeza a su vulva y se dejó llevar por las contracciones de un orgasmo que la llevaba tan cerca del cielo como jamás estaría. Sus piernas apretaron mi cabeza contra su sexo y se dejó llevar hasta el templo del placer, yéndose por un instante de la vida. La pequeña muerte la llevaba del cielo al infierno haciéndola alcanzar el más profundo y caliente de los placeres , fundiéndose entre mis labios y elevando su espalda hasta caer rendida entre las sábanas en un orgasmo exquisito, hasta rendirse entre temblores en mi boca. 
Entonces, sus demonios se calmaron y sólo pedía besos acurrucada entre mis brazos, mientras sus manos jugaban con mi sexo. Su boca se saboreaba esperando el instante en que se recuperaría , para devolver tan exquisitos placeres. 
Sólo tenía que evitar el enamorarme y caer entre las espinas de sus ramas y el amor, porque no volvería a volar en libertad.

Juan de Marco, el colibrí.

Comentarios

  1. Hola Rodrigo,
    Vengo del blog de María Dorada de la entrevista y la verdad es que escribes de una manera que a los lectores y lectoras en general sino encuentran un sabor especial en ello es que no conocen mucho el deseo o la pasión que desborda hasta ese infinito y más allá.
    De momento, con tu permiso me quedo en esta morada que me parece muy amena y didáctica para los cinco sentidos.

    Felicidades por la entrevista !!!

    Un abrazo desde mi tierra gallega.

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  2. Bienvenido Joaquin, las puertas están abiertas, gracias por tu comentario.

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  3. Un placer leerte, Rodrigo, tus letras hacen vibrar desde la humedad del deseo.

    Muy gratificante leerte.

    Besos.

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  4. Tengo una flor para tí.Besos erótikos.

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  5. Ufff despertando todos los sentidos que se deleitan con tu texto... erotismo y placer. Beso

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En mi jardín el deseo no tiene límites.

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