Ansiedad, tiempo de espera.

 


Aunque tengo que reconocer que hace mucho que no le como el coño. Y no es porque no me guste, no, sino por pereza. Mucho más cómodo es que ella me haga un oral y luego se monte. Recreándome en la imagen, por un momento me siento tentado a dejar hacer, dejar que ella se encargue, pero pienso sobre las consecuencias y… ¿Quién me asegura que ella no acabara sustituyéndome por una maquinita ?. Debo evitarlo, el juguetito podría ser un enemigo. Hay que atacar antes de que se armen, para pillarles con las bragas abajo. Aunque no es una cuestión de atacar como un loco, sino de atacar para vencer. ¿Con qué? Con una comida de coño memorable que dejara al juguete ese, a la altura de un maní, pero ¿cómo conseguirlo?
La respuesta me la dá, la técnica del vacío. Puedes chupar solo uno de sus labios vaginales o toda la vulva… aspira hasta apresar la carne y luego lame acariciando rítmicamente… no te centres en la pequeña cabeza ...
Resumiendo: cómo chupar la concha de los caracoles, pero sin romperla.
Antes de que se diera cuenta, la había tumbado en el sillón, bajado exquisitamente las bragas, separado las piernas y abordado con la precisión de un orfebre. Apresó un labio en mi boca, beso y recorro cuán largo es, luego deslizo mi lengua abriendo el canal, beso profundamente, succiono, y antes de terminar el recorrido, abro mi boca y mi lengua toma los dos, el coño entero hasta que le veo temblar. Suplica...
- detente por el amor de Dios, para - detengo mi boca por un instante sin soltar.
Gime, empuja mi cabeza presionando a seguir... jadea suspendida en el tiempo... separa aún más sus piernas para facilitar la entrada tirando de mis cabellos; empuja su sexo hasta atrapar mis labios, sometiendo mi boca a sus placeres... aprieta sus dientes para sostener la embestida, hasta que todo se detiene, sólo un silencio vacío... inhaló agarrándose a las sábanas, para luego exhalar con fuerza jadeando y cayendo en el abismo...


Sus piernas apresando mi cabeza, mis labios sujetos por la humedad, mis ganas contenidas hasta ser liberado... El eterno tiempo de espera, hasta escapar, para levantarme y quedar de rodillas frente a su rostro; mis manos agitan mi sexo... ella espera en silencio y mira con ansiedad mi respuesta, hasta que el cielo se viste de estrellas.

Juan de Marco.



Comentarios

  1. Cada vez que te escuche gemir quedé de esa forma, abierta hacia el horizonte exigiendo tu embestida, deseando empaparte con mi humedad...

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  2. Ahí, apoyada en la ventana y esperando mostrarte mientras ellos nos espiaba... Cuando todo estaba listo para recibirme, sin embargo... Quedó todo en un deseo.

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En mi jardín el deseo no tiene límites.

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