Juegos al amanecer. (relato juevero)

No sé si sabe lo mucho que me gusta, no quiero decirlo. Si lo hiciera no funcionaría igual, para nada.
Aún así, debe intuirlo, si no, es más perversa de lo que pienso, cosa que me calienta y sorprende a partes iguales.
El caso es que se repite. No llevo la cuenta de la frecuencia. Solo sé que deseo que ocurra tanto que, cuando el despertar es distinto, siento una leve decepción.
Por otro lado, si pasara cada vez, no sería tan exquisitamente excitante.
Me refiero a las veces que ella me posee al amanecer, cuando recién entra el sol por nuestra ventana, cuando mi cuerpo aún reposa el sexo de hace escasas horas, cuando no hay ningún diálogo ni aparente voluntad.
A veces me despierto ya con una erección, creo que, esas veces se mete en mis sueños porque, cuando ocurre, el subconsciente se funde con la realidad produciéndose una fusión entre mi cuerpo y mi mente. Se produce una prolongación de lo que estoy soñando, es una sensación real, como un coño somnoliento y húmedo, de los que suelo disfrutar. Otras veces me despierto ligeramente sabiendo lo que va a pasar pero no me inmuto, procuro mantener una respiración densa, me hago el dormido. Si ella sabe que no lo estoy, no volverá a hacerlo.
Todo empieza  al salir el sol. Siento una mano acariciando levemente los vellos en mi pecho, algo reacio al tacto. Ella tampoco se entretiene, su intención no está en ningún tipo de preliminares. A veces los movimientos parecen ser tan instintivos, que me pregunto, si ella estará también dormida. Si no será una suerte de sexo sonámbulo en el que sobra absolutamente todo.
Lo siguiente es, esa misma mano bajando a mi sexo lentamente, sutil e imperceptible. Unos dedos hábiles que se introducen en mi pijama abriéndose paso entre las costuras, para ahí sí, acariciar suave y luego, casi sin sentido, agarrar fuerte, pero no lo suficiente aún como para despertarme. Nuestras respiraciones continúan relajadas, en la cama no hay nada que parezca alterado, excepto mi polla. Se queda un momento con ella agarrada, como saboreando el instantáneo premio.
Ese momento es mi favorito, aunque se mezcla con el miedo de ser descubierto por los estruendosos latidos de mi corazón. Sea como sea, sigo fingiendo, siempre que estoy dormido.
Adoro esa pausa, porque lo que viene después es una mano dominante recorriendo de manera pausada, pero triunfal, con una voluntad propia que se sobrepone a las mentes y los cuerpos . Cuando ella quiere, como ella quiere. Su lentitud acariciándolo todo, buscando endurecer mi lánguido sexo, contagiando, en un estremecimiento de todo, también lento y silencioso.
Sigue moviéndolo despacio, agitándolo con un gesto cansino, despacio, tanto que el sueño vuelve a cruzarse y creo dormirme de verdad. Pero no, no me deja del todo. Vuelve a moverlo, a agitar, procurando no perder lo avanzado, vuelve a tentarme, a despertarme solo un poco. Y sigue ahí, no sé cuanto rato. Con mi sexo empalmado,  sube el ritmo hasta que.., no puedo fingir más, la erección es absoluta, y sus caricias, se hacen más intensas, ya nada es inevitable, y lo evidente se vuelve un sólo estallido y  quedo empapado de semen, al igual que sus caprichosos dedos.
Dormimos y follamos o follamos y dormimos.

Juan de Marco. ¿Dime si eres tan perversa como ella ?...



Comentarios

  1. Impecable descripción de un apetecible despertar. Un texto muy erótico pero sin rozar lo vulgar. Saludos cordiales jueveros

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  2. Un amanecer erótico y sensual, que va creciendo conforme esas manos van acariciando y el sujeto desea que siga sin dejar de fingir ese sueño dorado. Me gusto tu relato de amanecer . Un placer leerte. Abrazos.

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  3. Que despertares tan intensos.
    Y además, ella está en los sueños- Y además, parece que apareció otra mujer.
    Saludos.

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  4. Lleva su propio ritmo, a veces el corazón late lento, otras se desboca ... Por esos amaneceres tan exquisitamente excitantes.

    Un saludo, Rodrigo

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  5. Conozco ese tipo de sexo, casi en medio del sueño, es un juego muy especial. Algo que se funde más allá del deseo. Un relato sensual y apacible a la vez. Gracias por sumarte, besos.

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  6. Seguro que lo sabe, y sabe que tu tambien lo sabes, aunque el principio sea indefinido. pero mejor no saberlo, o quizas a aesas horas, faltos aun de la consciencia debida , lo habeis olvidado,
    saludos , rodrigo. no recuerdo haber venido por aqui

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  7. Pues dicen que es cuando los coitso son más fogosos, tal vez por el descando :-) El previo

    Un abrazo

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En mi jardín el deseo no tiene límites.

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