Noche de aniversario.

En la oscuridad las pisadas  se acercaban lentas e indecisas. Observé a través del espejo de la puerta, que había entornado milimétricamente buscando el ángulo perfecto para no perder detalle y gracias a las velas colocadas en la penumbra, como empujaba la puerta  cuidadosamente.  A pesar de la desconfianza que me provocaba la situación, avanzaba sobrecogido por el pasillo guiándome por esa luz que desde el fondo me dirigía. La buscaba en la oscuridad, intentaba ver el blanco de sus ojos, o una amplia sonrisa, pero lo único que atinaba a ver era mi propia figura reflejada en el cristal, deformado por el capricho de las llamas. A un lado, en el aparador, una nota apoyada en dos copas de vino. Me sentía atractivo en esa susceptibilidad que se apreciaba en mi rostro, algo tenso, a pesar de que sonreía mientras leía la nota “Tienes la bañera preparada. El agua está deliciosa. Iré enseguida”. lleve el vino a mi boca, pensativo con el papel aún en la mano.  Mirándome de nuevo en el espejo... Decido jugar. Cogí las copas de vino y guiado por el aroma a incienso y el sonido de una suave melodía, llegue hasta el baño, la única estancia iluminada, henchido de curiosidad y envuelto en el morbo que se respiraba en el ambiente.
Dejo las copas en el mueble y me dirigí hacia la puerta. Escuché la puerta de calle cerrarse, la que había dejado entreabierta al llegar. Cuelgó cuidadosamente la chaqueta en la percha del pasillo, me quito los zapatos y me encamino nuevamente al baño, desabrochándose la camisa. Al llegar ante el espejo, miro el interior de aquella habitación oscura sabiéndome observado y, provocador, avanzó lentamente bailando al compás de la música que llegaba a mis oídos haciendo un striptease para ella.
Por fin entro, esperando que me siguiera, aunque cierro la puerta tras,

envolviéndome en el vapor que danzaba en el aire. Oía el agua correr y la música me invitaba a seguir bailando entre las velas encendidas que llenaban el suelo. Entro en la bañera, cierro el grifo y apoyo la cabeza en el borde. Movía la espuma con las manos intentando dejae ver entre la espuma, pero mi excitación crecía y el tiempo se me hacía interminable. Me preguntaba dónde estaba, por qué no disfruta conmigo  todo lo que ella misma había preparado. Deseaba que me besara, besarla, sentir sus manos, posarlas sobre su cuerpo que imaginaba muy  deseoso y ardiente.
Se abrió la puerta a la vez que se apagaba la luz. Seguí el juego. Vi su sombra acercarse en la penumbra con el cabello sobre su cara y las copas en la mano, contoneándose entre las velas en un baile irresistible y sensual apagándolas una a una, hasta quedar totalmente a oscuras. Dude un instante, pero me quedé quieto esperando impaciente. No la veía pero mi compostura se desvaneció al notar su aliento en mi nuca y sentirla cerca. Sus labios húmedos llegaron mientras notaba como me abrazaba por detrás. Intenté volverme pero no me dejó, y siguió jugando mordiendo mi oreja y con sus senos agitaba el agua sin decoro.

 Finalmente decido compartir el espacio y la dejo entrar en la bañera, construyendo mi propio paraíso de pasión, dejando pasar las horas sin hablar, sintiendo los roces de pieles mojadas, su propio temblor en el vaivén del agua, insolente, desbocado...
En un susurro  digo: ¡Felicidades!- ella, a penas sin aliento, contestó:-" Me haces sentir una mujer deseada".

Gustab

Comentarios

  1. Passei para retribuir a visita ao meu cantinho de sedução... Beijos seduzidos em ti... Madame K

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En mi jardín el deseo no tiene límites.

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