Syrah.
Syrah, encuentra su blusa desabotonada, suelta la pastilla en mi lengua y percibe cómo la niebla se cuela por debajo de la falda y empieza a operar entre sus piernas. Respira entrecortadamente, suspendiendo la respiración, como si quisiera evitar el menor ruido, ofrecer la menor resistencia a la locura. Cuando me hablaron de caja, pensé en una mágica, llena de sensaciones y quería descubrir en cada uno de sus rincones eso, eso que la hacía una caja diferente, una que se llenaría de metáforas e historias. Millones de dedos fríos le bajan las medias de seda, millones de ojos son testigos de la enorme lengua de niebla que sube y baja por el cuello y la nuca cuando la abro y veo en su interior, una de la sangre blanca que se agolpa en los labios, en la lividez de un deseo diferente Lo hacía con profundo erotismo, con esa sutil frontera entre la sugerencia y la obscenidad. La provocación de insinuarse frente a la exhibición de lo obsceno. La imaginación como aliciente de misterio...
Mi querido seductor, mi inimitable Don Juan, en tu jardin las flores se abren regadas por las aguas de la pasión, la que destilas con delicadeza para cada unica flor.
ResponderEliminarTe invito a mis aposentos, a la hora y fecha que sea conveniente, tal vez alli, sin darme cuenta mi mano se deposite sobre la fina tela de su blanco pantalón y mi mirada le diga lo que su mente ya adivina.
"Exquisita invitación... he de visitarte cuando estés lista para recibirme"
ResponderEliminarDon Juan De Marco