De sus dedos...
"Sus senos acariciados por la seda de sus dedos, disparó los casquillos de su pecho, como dos botones de junco a la caricia del rocío, liberando una gota transparente. Duros como un diamante engarzado en la más exquisita piel, sinuosos como el mar en calma...sus dedos bajaron resbalando por sus senos deslizándose a su vientre...desnuda... con impresionante suavidad y delicado ademán, fueron liberando los vellos cuidadosamente depilados a su paso, se iban enroscando armoniosamente... el deseo no me dejaba pensar...
A contraluz... se dibujaron sus labios vaginales abiertos por la humedad, separando dos pilares de hermoso torneado... y me extinguí en su vientre como rocio en la mañana..."
Don Juan De Marco
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En mi jardín el deseo no tiene límites.